viernes, 2 de marzo de 2012

EN LA OSCURIDAD (FICCIÓN)


Me siento en la oscuridad a reflexionar sobre lo que nos ha podido pasar; la verdad que no entiendo nada; no logro entender como hemos llegado a este extremo; aunque si soy sincero se venía venir por nuestras grandes peleas, altibajos y sacar nuestro carácter en todo momento. La culpa es mía y reconozco mis errores, y esto se tiene que acabar. No podemos continuar así, y tengo que saber decir basta. No llegamos a ningún entendimiento y cada palabra que te escribo, por correo electrónico, por facebook, y todas las vías posibles es para hacerte daño. Pero no nos borramos, no nos olvidamos, y aunque sé que nos queremos, no vamos a ser felices hasta que no nos olvidemos; sé que eso es imposible, pero al menos no tenerte en ninguna red social o intentar fastidiarte, llamar tu atención cuando pienso en ti.
No sé cómo voy hacerlo, no sé si voy a lograrlo, pero debería de intentarlo, al menos con todas mis fuerzas. Tú tampoco haces nada para evitar la situación, y como sé que me contestas a todo lo que te digo, que sé que voy a obtener respuesta, pues no puedo parar de escribirte cuando se me antoja. Y deberías de no responderme, debería de evitarme, deberías de borrarme, eliminarme y así no caeré en la tentación. No puedo obligarte a que lo hagas tú, pero si dices que sufres y cada vez más, si dices que lo pasas mal, no logro entender porque me contestas. Yo sé que no puedo borrarte, lo hemos intentado en más de una ocasión, y el resultado es el mismo. ¿Lo lograremos? El tiempo lo dirá.
Te conocí en una web, poco ortodoxa, más bien sexual, para buscar perfiles parecidos al tuyo, y tener buen sexo. Conseguí llamar tu atención, y tras unos cuantos mensajes privados, hablando de sexo, pasamos al Messenger. Luego al teléfono, correos hasta que me enamoré de ti perdidamente. Supongo que tú de mí también, aunque casi nunca me lo decías, sabía que era así por lo que hablábamos; decías que te gustaba decirlo más a la cara, pero nunca tuve esa ocasión. Es curioso, nunca nos lleguemos a conocer, nunca nos lleguemos a ver, pero formabas parte de mi vida, te consideraba mi pareja y como tal te trataba. Nunca tuve valor para conocerte, y por causas, no siempre, ajenas a mí, nunca llegaba el momento. Y las veces que habíamos quedado, surgieron problemas, que me hacían desaparecer de repente. Y no sé, es raro de explicar, y aquí sentado en la oscuridad, aún no sé porque no pude dar ese paso, con todo lo que sentía por ti.
Al principio hablábamos por Messenger, nos contábamos todo, pero había demasiados reproches en muchos instantes; odiaba que te fueras de fiesta con tus amigos, odiaba que me dejaras tirado en el hotel, así me sentía yo, y empezaron los enfados. A veces justificado, otras no. A veces por tonterías, otras no, pero aquello se convirtió, casi, en el pan de cada día. Te odiaba por momentos, pero amándote profundamente. Te reprochaba que te fueras, que no me hablaras cuando te necesitaba, o que pasaras más de una hora hablando conmigo. O  cuando te ibas al gimnasio, o cuando te ibas a ver la tele; me enfadaba por esos motivos y otros que la mayoría no tenían sentidos, pero para mí era todo o nada; me conformaba con esta relación que teníamos. Me era cómoda, pero por lo que veo ahora, para ti no lo era tanto. Pero te callaste muchas cosas, que con lo largo del tiempo, me has ido reprochando tú a mí; entiendo que quisieras más, pero que te lo callaras y ahora lo sueltes, cuando te digo alguna impertinencia por mensaje o te escribo a altas horas de la mañana, uno de mis correos, intentando llamar tú atención, pero sin resultados, porque la bola de nieve ya ha crecido demasiado. Y volvemos al punto de partida. Estar bien durante un tiempo, que cada vez es más corto, para pasar a estar mal. Reproches, peleas absurdas, que para mí quizás no lo son tanto, mirar tus fotos, enfados y dejar de hablarnos, ¿hasta cuándo?
Tú lo tienes claro, pero no actúas. Me llamas amigo virtual, cuando fuimos más que eso. Si, no llegaste a conocerme, no lleguemos a tener sexo, no lleguemos a tener contacto físico, pero cuantas veces te he confesado mi dolor, mis penas, mis alegrías y tú te has callado muchas cosas. Tus últimos correos me desconcertaron, descolocaron, y te contesté con mi habitual sarcasmo. Como no obtuve ninguna respuesta más, te mande un mensaje privado, y te hable sin ganas. Contestas, contestó y termino fulminante con una de mis frases. No sé nada más de ti, pero sigues ahí, seguimos sin borrarnos, supongo que no miras lo que escribo, pero ni te borro, ni me borras. Y yo aquí continúo en la oscuridad, reflexionando de lo que debería de hacer.

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho. Esperando ansioso el siguiente relato. Felicidade

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    1. Gracias Kike, me alegro que te gustara. A parte de ser buen publicista, me gusta escribir. Un abrazo.

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