jueves, 22 de octubre de 2015

MINI RELATO ERÓTICO (V)

La estaba comiendo las tetas, mientras mi colega, le bajaba el pantalón; llevaba unas braguitas azules, muy pequeñas. Se las rompí con mi mano derecha, mientras mi lengua recorría sus enormes pechos. Mi colega la comía el culo, mientras mis dedos jugaba con su húmedo coño. Los dos estábamos sin camisetas, pero aún con los vaqueros puestos, marcando paquete; así que no tardé en coger las manos de ella y llevarlas a mi cinturón. Me lo desabrochó, mientras se pasaba la lengua por sus húmedos labios. Por encima del gayumbo, me empezó a sobar. Ya la tenía bien dura, así que marcaba bien. La escupí en la boca, mientras me quitaba los gayumbos. Mi pollón bien duro, apuntaba su chocho y a su pequeño "bigotes". Me la agarró con las dos manos y empezó a menearla bien despacito; nos comíamos la boca, mientras ella jugaba con mi rabo y mis pelotas. Yo tenía los dedos en su coño, bien caliente. Mi colega jugaba con su culo.

Era ya hora de que se arrodillara y empezará a comerme el rabo entero. Le dí unos fuertes pollazos en su cara y se la metía y sacaba de su boca. Decidí que se pusiera a cuatro patas, para que mi colega le comiera el culo. Él ya se había desnudado también y le vi su cipote que pedía guerra. No era para menos. Ella a cuatro patas empezó a zampar mi pollón y mientras le cogía la nariz, para asfixiarla un poco más, con chulería le daba unas pequeñas bofetadas en la cara. Le metía el rabo entero y le daba pequeñas arcadas; la muy hija puta me la estaba babeando bien. Le dí otro fuerte pollazo y le metí mis enormes cojones en la boca. No veas como chupaba. Mi colega ya estaba en plena faena. Le había metido bien el rabo, entero por su culo, y empezaba a embestir. Sus pelotas chocaban con sus nalgas y las mías en su barbilla. Ella jadeaba bien, estaba gozando, disfrutando de dos buenas pollas, como las nuestras: 25 centímetros la mía y la de mi colega 22. No veas como le iba la marcha.

Seguía comiendo mi rabo y estirandome los huevos, mientras mi colega le estaba dando bien por el ojete. Bombeaba a buen ritmo. Luego nos intercambiemos. Le tire un par de gapos en el culo y empecé a zamparlo; no hacía falta, tan solo me apetecía. Mi amigo le estaba morreando bien, mientras ella tenía las manos bien ocupadas con su cipote. Tras comerle el culo un rato, sin avisar, le endiñé los 25 centímetros; pegó un chillido que me puso más cabrón si cabe; mi colega, disfrutaba viendo como gozaba, como una auténtica perra.

La pusimos de pie y la cogí, con las piernas colgando. Se la metí en su coño, mientras él se la metía en el culo y la empecemos a menear. Nuestras pollas entraban solas. Miraba hacía mi, así que me comía la boca, le tiraba gapos, mientras nuestros rabos, salían y entraban de sus dos agujeros preferidos. Los tres de pies, los tres sudando, los tres encabronados, los tres con ganas de disfrutar.... ahora mi turno en su ojete, y mi colega en el coño. Así que ahora su boca jugaba con mis fluidos, en la boca de él. Un olor a sexo que me encendía cada vez más.

Me senté en el sofá y ella se subió encima. Se la metí bien en su coño, y empecé a bombear, a subir el ritmo, lo bajaba, lo subía, le comía las tetas. Mi amigo detrás del sofá, le metía pollazos en su boca. No veas como tragaba, no veas que buenos agujeros. Se la saqué, y se la metí de un golpe seco en su ano. Otro chillido, de placer, de dolor, de disfrutar. Me metí entre sus pechos, mientras la levanté de nuevo. La apoyé en la mesita de al lado. No sé cuánto tiempo llevábamos, en el sexo no se mira el tiempo, pero lo que sí sé es que tenía ganas de echar la primera descarga, así que le eché una buena lefada en sus pechos, mientras rechupaba la lefa de mi colega. Me acerque a sus tetas y con mi lengua le pasé mi lefa caliente a su boca. Luego la besé, y besé a mi colega. Una mezcla de lefa vasca y madrileña recorría mi boca, junto a la de él y la de ella.

En el salón invadía un olor a pollas, a lefa, coño, sudor, a buen sexo que hacía que mi rabo no bajara y se mantenía duro. Ella estaba a mi lado, saboreando aún restos de lefa por su pecho; mi colega había ido a la cocina a buscar unas cervezas bien fría. Ella me encendió un cigarro y empezó a comérmela lentamente, jugando con su lengua en mis pelotas. Con el cigarro en la mano, y en la otra en la cerveza, veía como mi amigo se la meneaba con suavidad. Me acerqué a su boca y metí mi lengua juguetona en la suya. Le tiré una bocanada de humo y le besaba con suavidad; mientras sus manos jugaba con su rabo y la boca de la pelirroja tenía casi entera mi polla. Estaba disfrutando al máximo y como si tuviera el poder en mis manos, me puse de pie y repartí pollazos a los dos. Primero a él, que veía en sus ojos como ansiaba mi pollón, follandole bien la boca. Luego tocó el turno a ella. Estaba de nuevo súper cachondo. Tenía a los dos de rodilla, comiendome los huevos y el rabo. Lo olían, saboreaban, disfrutaban... así que tras un buen rato, se pusieron los dos a cuatro patas. Jugué con sus culos, metiendo los dedos, lamiendolo, hasta que le meti los veinticinco centímetros casi sin avisar. Él jadeó de placer, mientras besaba con pasión a ella, sintiendo bien mi cipote, golpeando mis pelotas en sus nalgas. Luego le tocó el turno a ella, les di verdadero placer, estábamos gozando como nunca, pero para sorpresa de los tres, en pleno acto y casi a punto de soltar otra buena descarga de lefa vasca, el timbre de la puerta sonó. Nos dio por reír, y sacando el nabo del culo, fui a ver quien era.

Era una amiga de ella. Abrí la puerta para que viera el panorama. Mi pollón estaba durisimo, a tope y vió a su amiga y a mi colega follando en el sofa. Ella estaba sentado encima de él. Se veía el rabo entrar y salir de su conejo. La invité a pasar o marcharse, porque se había quedado inmóvil; decidió pasar y unirse a la fiesta. Así que, casi sin mediar palabra, no hacía falta, la puse a mamar mi cipote que  no había decaído. Así que ahora éramos cuatro, perfecto para más juegos.

Menuda mamada me estaba haciendo, la comía de lujo. Tras un buen rato, la desnudé, mientras mi boca buscaba sus pechos. Y así de pie, cara la pared, levantó una pierna y se la fui metiendo en su coño ya humedecido. Mi colega le estaba dando por culo a la otra, y mirándonos con complicidad, íbamos subiendo el ritmo del follaje, sabiendo que a él le quedaba todavía pendiente que se la volviera a meter. Así fue, tras follar de pie, sentado, a cuatro patas, comida de coño, que menudo coño más sabroso tiene la amiga, le puse de nuevo a él a cuatro patas y se la metí bien a fondo. Le daba cachetes en el culo, mientras ellas jugaban con dos consoladores. Estaba a punto de correrme, cuando él soltó una buena lefada. Yo hice lo propio en su barba. Le chorreaba, y ahora el turno de jugar con mi lefa. Primero las dos lamieron bien, y luego nos besamos, intercambiando bien los fluidos.

Un pequeño descanso, unas piezas de fruta, un cigarro que yo me fumé en el balcón. Me daba igual estar en pelotas, no era la primera vez que salía así o en gayumbos, así que los vecinos, están algo ya más que acostumbrados. Es más, cuando veo que alguno me mira, me tocó sin disimular para que vean lo que se pierden. Así que tras el parón, el juego se puso en  marcha de nuevo, hasta soltar la última gota.