miércoles, 29 de abril de 2020

MINI RELATO ERÓTICO X

Tarde calurosa en Madrid. Mis peques están con los abuelos en San Juan y estoy solo en casa . El aire acondicionado al máximo, ya que las temperaturas son muy altas. Estoy desnudo, el gayumbo ya me sobraba. La mayoría de mis amigos están de vacaciones, algunos quedan por Madrid. No tenía ningún plan, así que, decidí llamar a mi colega, para ver si nos íbamos a refrescarnos a la piscina. Él y los demás, aceptaron de inmediato, así que, preparé una pequeña mochila, el bañador y demás y con  mi coche nos fuimos a la piscina. No suelo ir, pero esa tarde me apetecía bastante.

Antes de entrar, contemos las cervezas que teníamos, para que nos nos faltara; compremos algunos aperitivos y una vez listos, entremos. Por la hora que era, no había mucha gente, o a mi me lo pareció. Entremos en el vestuario, para ponernos los bañadores y mear. Me la sacudo, mientras mi colega se reía, diciéndome que no me la sacudiera tan fuerte, que se iba a poner morcillona y que iba a salir marcando paquete, más de lo habitual, ya sabéis porque lo digo. No utilizo bañador tipo slip, porque casi ninguno me queda bien, ya que voy marcando más de la cuenta o se me sale por algún lado. Así que normalmente utilizo un bañador, tipo pantalón corto, con forro negro, que según la posición del rabo, marca más o menos, supongo que vosotros me entendeís. Así que, una vez me lavo las manos, me coloco el rabo y demás tonterías entre colegas, buscamos un sitio en la sombra. Nos tomamos la primera cerveza, me enciendo un cigarro; hablamos de nuestras cosas, de las próximas vacaciones, y como no, de sexo, tema estrella entre la mayoría de grupos de amigos.

Decido darme una ducha e irme a bañarme; uno de ellos me acompaña. Nos damos un buen chapuzón y nadamos un rato. Nos divertimos como niños. Salimos del agua, a por otra cerveza, otro piti y más conversaciones. Me lo estoy pasando de puta madre con mis colegas y la tarde pasa volando.


Casi a la hora de cerrar, me voy para el vestuario a darme una ducha y a cambiarme. Voy el primero, mientras mis colegas se terminan sus últimas cervezas. En el vestuario no hay mucha gente. Uno de los que había, más joven que yo, esta con una toalla y mirando su móvil. Está buenote. Al pasar por su lado, me mira y sonríe y sigue escribiendo en su móvil. Me mira de reojo, y cuando me quito el bañador, secándome con la toalla por mis pelotas y rabo, noto su mirada en mí. Esta es la mía, pensé, volviendo a secar mi rabo; está morcillona y él ya no disimula. Yo tampoco. Me toco, mirándole con cara de cabrón, con un pequeño gesto, le digo que me siga. Me voy hacía un lavabo, como si fuera a mear, y él se pone al lado. La tengo dura; con cara de deseo, se empieza a pajear. Le digo que mejor nos vayamos a un lavabo con puerta, para poder encerrarnos, para que nadie nos cortara el rollo. Nos encerramos en el lavabo. Le obligo agacharse, y se la meto en la boca. Empieza a chuparla, estirandome los huevos. Le follo la boca, obligándole atragantarse, le dan arcadas y me dice mirándome a la cara, que nunca había visto un pollón como el mio, en tamaño y bonita. Casi sin respirar, sigue tragando mi cipote, mientras mis pelotas chocan en su barbilla. Me la huele, la disfruta, se mete los huevos en la boca, juega con ellos, los chupa, y su mano no para de menear mi rabo. Luego sigue con la mamada, mientras su mano libre, esta meneando la suya.


Estamos un buen rato; le tiro unos lapos en la boca, luego nos besamos; pongo su polla con la suya, tiramos los dos unos lapos y nos la meneamos, mientras nuestras lenguas juegan a encontrarse. Es brutal lo cachondo que estoy, bueno que estamos. Con la toalla enrollada en la cintura, sin disimular mi erección, voy a mi mochila para buscar un preservativo. Me lo llevo donde estábamos y él me lo pone. Mi cipote no ha bajado su dureza, así que, juego un rato con su culo, comiéndoselo y ensalivando. Le meto un par de dedos. Está en pompa, y si casi sin avisar, le meto el cipote entero; gime, casi con dolor. Le tapo la boca y voy marcando el ritmo, acelerando y desacelerando, marcando yo el ritmo de la follada. Está tan caliente, que cuando embisto con rabia, sus gemidos son de puro placer. Se esta pajeando mientras. Antes de hacerle correr, me siento en el lavabo, y se pone encima de mi rabo, mirándonos las caras y besandonos; cabalga como un buen pasivo, y su rabo semi duro, rebota casi en mi cuerpo. Estoy disfrutando mucho, y no sé cuanto rato llevamos; perdemos un poco la noción del tiempo; me vuelvo a poner de pie, y él con una mano en la pared y levantando un poco la pierna, le follo a saco, subiendo el ritmo sin parar; primero se corre él, luego me quito el preservativo y le lefo la cara. Le restriego el cipote, y me lo limpia.


Me doy una ducha, me cambio y salgo del vestuario. Mis colegas estaban ya esperándome y con el dedo señalando el reloj, como diciéndome que cojones estaba haciendo. No hacia falta que yo les respondiera, mi cara de satisfacción lo decía todo, aunque en el coche se lo confirmé, que acababa de follar.

viernes, 17 de abril de 2020

MINI RELATO ERÓTICO IX

Me encontraba de nuevo en Nueva York por mi trabajo, y el primer fin de semana, salimos a cenar un grupo de amigos; primero nos fuimos a tomar unas copas de vino, y luego me llevaron al barrio italiano, a un restaurante, que llevaba muy poco tiempo abierto; como ellos saben que me chifla la pasta y conocen a uno de los dueños, no tuvimos problemas en tener reserva. La cena fue espectacular y el postre increíble. Tras pagar la cuenta, entre todos, nos marchemos a tomar unas copas y mi pensamiento era, que tras tomarme un par de ellas, regresaría para mi loft, ya que no quería trasnochar; pero tras la segunda copa, llegó una tercera, diciéndome a mí mismo que iba a ser la última. Pero no fue así, ya que al final me convencieron, por decirlo de alguna manera, que debíamos de ir todos al local del marido de uno de mis mejores amigos, que residen allí desde ya hace unos años. Yo todavía no había ido, pero como iba a estar bastante tiempo por la ciudad, me pareció que había tiempo de sobra, y que tampoco lo iba a dar todo en mi primer fin de semana.


Pues menos mal que les hice caso, porque aquella noche conocí a una pelirroja espectacular. Estábamos bailando, y haciendo el ganso, cuando uno de mis colegas, me comentó que una de las mujeres de un pequeño grupo que teníamos cerca, no me quitaba ojo. Llevaba un vestido negro, que le quedaba a la perfección; un cuerpo espectacular, una melena pelirroja, una silueta como si la hubieran dibujado y un buen par de tetas (que luego al tocarlas, chuparlas, supe que eran naturales) y aunque no las hubieran sido, hubiera actuado igual. Pues no me lo pensé dos veces y me acerqué a ella, la pregunté el nombre, nos miremos fijamente y ambos ya supimos que íbamos a follar. No hablemos mucho más, tampoco nos hacía falta, así que nos besemos, y mis manos fueron a sus tetas casi de forma automática, y la suya a mi paquete, que ya endurecido, se llevo una grata sorpresa: recuerdo bien sus palabras en español: tienes un gran pollon. Simplemente sonreí, asentí pícaramente y le dije que me gustaba mucho su acento norteamericano.


Me despedí de mis colegas, ella de sus amigas y nos fuimos directamente a mi loft; nos montemos en un taxi, y como casi fuéramos adolescentes, nos dimos el lote, pero tampoco sin montar el espectaculo.


Pues ya en mi loft, me comí sus pechos con muchisimas ganas; que bonitos, que perfectos, que sabor... quería disfrutarlos; vamos que si los disfruté. Luego pasé a sus labios, dándoles pequeños mordiscos, mientras le manoseaba bien; luego pasé a su coñito, bien rico, y me lo comí enterito. La hice disfrutar. Ella no se quedó atrás, deseando quitarme el pantalón; no la había dejado, porque quería que se impacientara, aunque mi rabo respiraba bien dentro del pantalón y estaba algo incomodo con la erección, pero lo hice aposta. Cuando terminé de hacerla gozar, ella me hizo gozar a mi; ya no llevaba la camisa, así que, palpando por encima del pantalón, no esperó más, me los quitó y por encima del gayumbo, me sobaba bien el cipote. Me gustaba ver sus caras, me gustaba sentir sus manos en mi paquete; me los quitó, se puso de rodillas y empezó a comérsela. ¡Buah!, menuda mamada me hizo, como me estiraba los huevos, como si me conociera anteriormente; se la metía en la boca con mucho gusto, y fue cuando me dijo: nunca había visto un gran pedazo de rabo como el mio y que aparte de grande, era bonito. La sonreí y la cogí de la cabeza, para seguir follandola la boca. Le di buenos pollazos, tanto en su cara, como en sus dos tetas, y ya bastante más encabronado, hiper cerdo, la cogí en brazos para llevarla a la habitación.


Una vez en la cama, hicimos un buen 69; jugaba con sus labios inferiores, con su clítoris, mientras ella jugaba con mis pelotas, estirandolas, chupandolas, oliendo mi rabo, mamandolo... luego se puso encima, cabalgandome, mirándonos, viendo sus tetas rebotar, dejándome llevar, para luego llevar yo las riendas. Me cabalgó, luego, haciendo la cucharilla se la metí, tanto por el culo, como por su coño y tras disfrutar durante un largo periodo de preliminares, de folleteo del bueno, me pidió que me corriera en su cara. Me quite el condon y me corrí en sus pechos; una gran lefada, que ella gozó, chupandoselos, y jugando con mi lefa, sin pensarselo, se levantó y me besó. Esa me volvió a encabritar, y poniéndome un nuevo condón, la puse a cuatro patas, y me la folle a saco. Me volví a correr, ella también. Hubo un tercer polvo en la ducha y tras fumarnos un cigarro, nos despedimos sin intercambiarnos los números de teléfonos.


Unas semanas más tarde, de aquellos polvos épicos, que más de una vez me hice unos buenos pajotes recordandolos, sintiendo mi lefa por mi cuerpo, echándola en el suelo, en mis manos, vamos unas buenas lefadas pensando en ella, limpiandome el rabo como si lo hiciera ella... solo de pensalo empalmo. Pues bien, tras ese tiempo transcurrido, y una vez más, queda demostrado que el mundo es un pañuelo, coincidimos en uno de los trabajos de publicidad. Cuando la conocí, como ya bien he contado, apenas hablemos, y menos de nuestros trabajos, ni tan siquiera me preguntó que hacía en Nueva York, pensando seguramente que yo estaría de vacaciones; yo tampoco le pregunté a ella, y ni tan siquiera nos intercambiemos los números... aunque tras este reencuentro si:


Imaginaros una sala de reunión de cristal, la que habéis visto en muchas películas; yo estoy hablando, intercambiando ideas, y de reojo, veo un cuerpazo pasar, con un vestido rojo, unos buenos tacones... y sin saber muy bien si era ella o no, hasta que entró en la sala donde nosotros estábamos. Nos miremos, una gran carcajada, y ahí fue cuando nos preguntemos casi a la vez, que hacíamos ahí. Tras la reunión, nos fuimos a tomar un café y empecemos hablar, ya más temas personales, laborales, vamos una charla, en mi caso con un té rojo y ella una taza de café. Pero tras la charla, quedemos para cenar, luego follar, luego hablar, luego follar y así empecemos a tener una bonita amistad, convirtiéndose en una buena folla-amiga; aquella no fue nuestra única colaboración, sino después hubo más y si ella necesitaba un publicista, pues me llamaba, y viceversa. Y los días, tardes, noches, madrugadas, fin de semanas de buen sexo, se enriqueció.


A día de hoy perdura. 









martes, 14 de abril de 2020

MINI RELATO ERÓTICO (VIII)

Tenía claro que uno de mis vecinos me estaba viendo desnudo en mi terraza. A mí como siempre me daba igual, ya que en más de una ocasión he abierto la puerta en gayumbos. No tengo ningún tipo de vergüenza y es más, pienso quien la tiene, es quien esta al otro lado de la puerta.

En principio no iba hacer nada; estaba tomando el sol y si es verdad que de vez en cuando me tocaba las pelotas y el rabo, pero como un gesto normal y no provocativo. No sé si él pensó lo mismo, porque se cambio de lado, más a la esquina de su balcón, como más directo a mí. Tengo que reconocer que eso me excitó, así que, con el pitillo en la boca, me agarré el nabo: empezó a crecer en mi mano, respirando, sintiendo el calor que desprendía y empecé a pajearme. Primero despacio, y poco a poco subiendo el ritmo, agarrandome también mis pelotas. Subí cada vez más el ritmo, agarrandome mi pollon con las dos manos, pero dejándole ver mis centimetros bien duros. Me ensalivaba los dedos, y lo pasaba por mi capullo. Él empezó a tocarse y cuando le ví que iba a empezar a pajearse, me metí para mi salón: no me había corrido, pero sentí la necesidad de dejarle así, con las ganas; eso sí, me recreé un poco antes de entrar: primero me puse de pie, estirando los brazos hacía arriba, para que viera bien mis huevos y mi pollon bien duro. Con todo mi esplendor, me lo escupí, me la acaricie con ganas y fue cuando entré para el salón. Allí a dentro acabe mi pajote, corriendome en el suelo, soltando lefa donde cayera, sabiendo que él vecino se había quedado con las ganas de verlo y supongo que le dejaría la paja a medias o quizás hizo como yo y entró a su salón.

Me limpié el cipote, recogí el lefote del suelo, con un trapo de una camiseta vieja, para que se quedará pegado allí, para luego poder fregar el suelo. No volví a salir a mi terraza en toda la tarde.

Y como el mundo es un pañuelo y el barrio está lleno de cotillas, supongo como en otro cualquier barrio (por cierto me mudé y ya no resido en ese barrio), me enteré que él me había criticado, más o menos diciendo que soy un sinvergüenza, que si soy un cerdo por andar desnudo, claro saltándose la parte de que él me estaba mirando mientras se tocaba su paquete... quise darle como un pequeño escarmiento, digámoslo así, que a la vez placentero para mí. Tengo un buen folla-amigo, que tiene menos vergüenza que yo, que sabía que no le iba a importar, que una tarde, se viniera a casa a que le follara a saco, como a él le gusta y darle buenos pollazos, de los que suelo dar; dicho y hecho, una tarde salimos los dos en gayumbos a la terraza, con una buena cerveza, bien frío y algo de picoteo. Nos pusimos a charlar, a darles unas caladas de aquel porrete tan bueno, unas risas, otra cerveza, hasta que aquel vecino, se asomó de nuevo a su balcón e utilizando la misma estrategia, estaba mirando de nuevo hacía mi terraza. Me levanté, y tocándome el paquete, como colocándolo, aparte más el toldo, para que pudiera vernos más.

Me bajé el gayumbo y con un breve gesto, mi colega se acercó, arrodillado y empezó a mamar mi cipote. Le daba pollazos por la cara, oliendo mi cipote, sintiendo mis pelotas en su cara; tragaba como si no hubiera un mañana. El vecino no quitaba ojo y el efecto que quería conseguir estaba ya conseguido. 

Mi colega no paraba de mamar, de recibir, y entonces me trabajé su culo, bien ensalivado, pero antes, algo que me vuelve loco. Poner polla con polla, unos lapos, muerdos en labios y menenarlas juntas. Un verdadero placer, que al vecino parecía gustarle, y en efecto, una vez más, le dejé con la miel en los labios, no antes, sacandole el dedo corazón, para que se sintiera más aún por aludido.

Mi colega y yo, nos fuimos para dentro, para seguir con nuestra fiesta. Me senté en el sofá, me encendí un cigarro y él siguió trabajando mi rabo. Menuda comida me estaba haciendo, jugando con mis huevos, sintiendo su boca por todo mi cipote, pelotas, y mientras me miraba con ansias de ser penetrado por mi pollon. Luego mi turno, jugar con su culo, comiéndoselo, metiendo los dedos, uno primero, luego los dos, hasta que me pide que le folle más. Antes unos buenos morreos, intercambiando nuestros sabores; le puse a cuatro patas, me puse el condón y empecé a metérsela poco a poco, ya sabeís, subiendo el ritmo en cada embestida, hasta metérsela entera, dándole golpes con mis huevos en  sus nalgas, subo el ritmo en plan bestia, con mi cara de cabronazo y él grita de puro placer.

Me saco el nabo, me quito el condón, empieza a comerme los huevos, le pongo mi cipote en su cara, la huele de nuevo, le tiro unos lapos, me come más los cojones, me la empiezo a menear, él también, calor, placer hasta que suelto el lefazo en su cara, por su barbita, y le restriego el rabo, para que vuelva a tragar, me la limpie, se la vuelva a restregar y después poder besarnos; con su corrida por los dedos, la mezcla casi con la mía, nos morreamos, mientras él no suelta mi pollon, que aún endurecido, la coge con sumo placer. Se agacha y le da el último repaso. La verdad que él y yo sexualmente nos comprenetamos de puta madre, y es buen colega. Así que, le dejo que repase, para luego darnos una ducha juntos, y seguir hablando de nuestras cosas, con una buena cena, un buen vino, para luego tener otros encuentros entre nosotros, incluso hemos estado juntos en orgías, en tríos, cuartetos, tío y tía, un buen folla-amigo, vamos creo que se entiende bastante bien.


A los dos días, me cruzó con el vecino y le digo bien clarito que si le gusta lo que ve, que ya sabe, que se pase un día por casa y quizás le deje probar mi pollon, pero que se muerda la lengua y si cuenta todo, que lo cuente bien. No me dijo nada, pero si su mirada, que decía bien claro ¡SI!