VI
Estoy desconcertado por las llamadas recibidas. Le estoy dando vueltas a la cabeza, porque tengo dudas, aunque sospecho, de saber quien me ha llamado, aunque no lo pueda afirmar. Lo que si estoy seguro es que me han llamado desde la gran mansión. En eso no tengo dudas. Supongo que habrá sido Marta para comprobar que realmente me fui a casa, y no me quede por los alrededores para volver a entrar y hablar con ella sobre nuestro pasado y lo sucedido en la fiesta y dejarla en evidencia. Ya es un poco tarde, debería de irme a la cama y descansar y dejar de pensar en la maldita fiesta, en las llamadas y en todo lo relacionado con el pasado y proseguir mi vida como si aquella noche no hubiera sucedido. Aunque ya es tarde para eso, pero quizás aún pueda olvidarlo; debería de hacerlo. La vida uno no la elige, y el mundo en cual me metí tampoco. Me lo impusieron por enamorarme de la persona equivocada. Pero eso es el pasado que hoy he revivido por haber asistido, aunque me prometí que si iba se iban aclarar muchas cosas, cual cosa no pude, ni hice en su momento, ni esta noche tampoco. Me acobardé, lo reconozco, y no debo de atormentarme más. Sé que fue un error, aunque me di cuenta demasiado tarde. Aunque quería comprobar si la anfitriona verdaderamente había cambiado, cual cosa me di cuenta nada más llegar que no; incluso era más snob que antes, más manipuladora… me duele la cabeza de pensar en ella.
Será mejor que me tome la última copa, la necesito y piense en otra cosa. Enciendo la televisión, sabiendo que no hay nada que ver. Me acomodó en el sofá, amplio, y que ahora esta tan vació; antaño hacíamos el amor en él, nos acurrucábamos juntos en noches de invierno, viendo nuestras películas preferidas… ahora están tan espacioso, lleno de amargura. Me preparo la copa y me quedo mirando la televisión algo pensativo. No puedo evitar pensar en lo ocurrido. La verdad es que no tengo sueño, no podría dormir. Prefiero estar en el salón que en la cama dando vueltas. Nada me entretiene en ese momento. No tengo ganas de leer, ni oír música, sé que no me va a relajar. Por un momento creo oír el timbre, quizás porque deseo que vinieran a mí casa y acabar con la pesadilla. Pero no es posible, no creo que ella viniera a decirme nada y si así fuera volvería a la misma pesadilla de siempre. Es mejor así. Quizás realice un viaje, bastante largo y lejos de aquí. Necesito conocer a gente nueva, relacionarme de nuevo con mujeres desconocidas y volver a tener relaciones sexuales. Esto quizás me relajaría, aunque lo solución no es tan fácil, aunque es una salida para poder olvidar. Necesito relajarme y eso me vendrá bien, aunque sea por un tiempo. Después ya buscaré una solución definitiva.
Me levanto del sofá para coger la revista deportiva del mes. La tengo encima del mueble. Justamente, al recoger la revista, que estaba encima de una figurita de un búho, regalo de Marta, suena el teléfono. Descuelgo con nervios y al otro lado oigo una respiración, pero no dice nada. Cuelgo furioso, blasfemo con rabia. Vuelve a sonar y esta vez no le hago caso. Salta el contestador… me llevo una sorpresa al oír a Maria. Pide que vaya a las ocho de la mañana a la cafetería de la plaza mayor, para hablar con ella y poder aclararla algunas cosas, importantes para ambos. La noto nerviosa, y habla bastante rápido. Me deja su número de teléfono para que la llame para confirmar la cita. En ese momento, por auto reflejo, descuelgo el auricular para confirmar que si voy a ir. Estoy algo desconcertado por su llamada; tras descolgar, y oír un adiós en francés, me cuelga rápidamente sin mediar palabra conmigo. Me pregunto por qué no me ha dicho nada y tenemos que esperar a mañana. Me pregunto cómo demonios habrá conseguido mi número.
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