Me desperté alrededor de las diez de la
mañana en cama ajena. La habitación olía a puro sexo. En el suelo había varios
preservativos llenos de lefa y mi ropa tirada por el suelo. No recordaba muy
bien el nombre del tío que me había follado. Me incorporé de la cama y me fui
en busca de él. Completamente desnudo, y con el rabo duro, de la erección
matutina, recorrí la casa. En el comedor había dos mujeres, más o menos de mi
edad, desayunando. No sabía quiénes eran, lo que sí sé es que nunca me las he
follado, ni que han participado conmigo en una orgia; tampoco sé si estaban
ayer cuando lleguemos a la casa. No hice amago de taparme mi pollon, que aunque
lo hubiera intentado, al estar tan duro, no hay manera de poder esconderlo y
sin vergüenza alguna, pregunté si estaban solas. Me respondieron medio
avergonzadas, que Jhon había salido a trabajar a la cafetería, situada en la
esquina de su misma calle y que había dejado una nota en el frigorífico y otra
en su habitación. Me indicaron donde se encontraba la cocina y leí la nota: “me
has follado de puta madre, lástima que no me la has podido meter esta mañana de
nuevo. He salido a trabajar, te puedes duchar sin problemas y al salir tan solo
tienes que cerrar la puerta”. No sé si él sabría que sus dos amigas, o
compañeras de piso, iban a estar allí por la mañana, eso si ya no estaban ayer
por la noche o quizás estaban acostumbradas a ver desfilar tíos noche tras
noche, pero lo que si les sorprendió y les ruborizó, es que yo saliera de la
habitación totalmente desnudo y apuntándoles con mi pollon. Volví a la
habitación y tras ducharme, y recoger mi ropa, vi la nota en el suelo.
Seguramente se habría caído al no pegarse en la lámpara, aunque tampoco reparé
porque se había caído. Tras vestirme, me despedí de las dos mujeres y salí
directamente hacia la cafetería. Por el camino, me fumé un cigarrillo; en la
cajetilla aún quedaban dos. Palpé los bolsillos de la chaqueta, y en los de
adentro, tenía mi móvil, mi cartera y otro paquete de tabaco, y cero condones.
Tras fumarme el cigarro y comprobar si había
recibido llamadas, entré a la cafetería y al ver el camarero servir una de las
mesas, ya supe que con él no había follado. No era mi tipo. Con la mirada
busqué a otros camareros, cuando le vi salir de unos de los cuartos de
empleados y se situaba detrás de la barra. Me acerque a él y le sonreí. Me
guiño un ojo mientras se acervaba a mí. Mientras le pedía unas tostadas y un
zumo de naranja, me dijo: vaya casualidad que le haya encontrado. Le contesté
que no era casualidad, que dos amigas suyas, en el piso, me habían dicho dónde
encontrarle; se sorprendió, y me comentó que no se esperaba a sus dos
compañeras hasta la próxima semana. Le conté, como me había encontrado y se
rio. También le comenté que había sido una pena que no se la metiera de buena
mañana, que a pesar de haberle follado en varias ocasiones, por la mañana me
despierto con apetito sexual. Me dijo que si esperaba unos minutos, que podría
darle por el culo en el almacén. No tenía ninguna prisa por marcharme, así que
tome el desayuno, sin prisas.
Después del desayuno, salí de nuevo a la
calle a fumarme otro cigarro, volví a entrar y me dirigí al lavabo. En cuando
pudo, me hizo una señal, y me llevó a una pequeña oficina, que cerró con llave,
y empecemos a comernos la boca. Su mano ya estaba en mi bragueta, notando mi
cipote crecer. Mientras le besaba con pasión, con ganas, sus manos jugaban con
mis huevos y las mías con su ojete. Me cogió el pollon y la empezó a menear con
ganas, le cogí por la cabeza, para agacharle y se le metí en la boca. Le empecé
a follar la boca, mientras mis huevos se acercaban a su barbilla; como tragaba
el hijo puta, a pesar de mi buen tamaño, casi le cabía entera. Embestía cada
vez más y mis pelotas rebotaban por su
barbilla; me la saqué y le empecé a dar buenos pollazos en la cara, haciendo
oler mis cojones, mi capullo ensalivado y él, mientras, me miraba y succionaba
mi rabo con ganas; se había bajado ya el pantalón, y se la empezó a menear. Le
hice levantarse y girarse levemente, para poder jugar con su culo, metiéndole
los dedos, y dándole media vuelta, le tire varios lapos, y le empecé a comer el
culo y a jugar con su ojete. Le puse de pie, le di una pequeña hostia, le tire
lapos a su boca y le besé de nuevo. Mi rabo ya goteaba lefa, y con mis manos la
cogí para metérsela en la boca. Seguí jugando con su ojete, y ya le puse a
cuatro patas. Me puse el condón que me había dado, y se la empecé a meter con
suavidad. Poco a poco fui subiendo el ritmo, y mis cojones chocaban en sus
nalgas, mientras mi cipote entraba y salía por su culo. Le empecé a embestir,
con ganas, mientras le daba pequeños azotes y sentía su respiración, su excitación
y el pequeño despacho empezó a invadir ese olor sexual que tanto me pone. Le
estaba marcando el ritmo, y ya embistiéndole de forma bestial, la saqué del
todo, y quitándome el condón, me corrí en su barba, mientras le restregaba la
lefa por su barba él la cogía con la mano y se la comía; luego me la volvió a
chupar y me la limpio bien. Luego, mientras jugaba con su agujero, él se la
meneaba hasta que soltó el chorro de semen en un trapo viejo que estaba encima
de la pequeña mesa. Nos besemos por última vez, y sonriendo de placer, le guiñé
un ojo; me vestí y sin pagar del desayuno me fui de la cafetería.
Llegue a mi casa y con aquel olor a sexo, a
sudor, decidí acostarme de nuevo y me quedé dormido. A las tres horas, me di
una ducha y salí a comer con unos amigos. Estaba bastante satisfecho
sexualmente, pero aquella tarde noche, había quedado con la pelirroja que
conocí la semana pasada y que con su novio, hicimos un trio de lujo, pero esa
tarde noche era solo para ella. Así que tras comer y realizar unas pequeñas
compras, incluidos condones, me dirigí a su domicilio. Me abrió la puerta
completamente desnuda y dirigiéndonos al salón, donde me había follado a los
dos, se puso de rodillas, encima del sofá, y le empecé a comer su rico culo y
coño. Mi cipote reaccionó al segundo y ya molestándome dentro del gayumbo, me
desabroche el pantalón, sacándomela por la cremallera y sin mediar palabra, me
puse el condón y se la clave en su rico coño. Le sobaba las tetas, de un tamaño
perfecto, y le embestía mientras nuestras lenguas jugaban. Luego la saqué de su
húmedo coño y se la metí en su culo; ambos jadeábamos sin parar y embestida
tras embestida, me pidió que no me corriera todavía, que quería sacarme el
condón ella misma y saborear mi lefa vasca. No dude en no hacerla caso, así que
tras follar durante un buen rato, me la saqué y le di el lefazo en su boca,
para luego continuar comiéndomela y así jugó con ella, hasta que me sentó de
nuevo y cabalgando encima de mi nabo, volvimos a follar y dejarme bien seco. Mi
pollon entraba y salía de su coño, mientras le comía las tetas, me las metía
bien en la boca y besándonos, jugando, sentía el enorme placer que me estaba
ofreciendo aquella diosa pelirroja. Esta vez el lefazo fue a parar a su pechos
y sin pensar, pase mi lengua directamente por la lefa, así jugueteando con
ella, pasándola a su boca, y mis dedos en su coño. Nos dimos una ducha juntos y
nos tomemos una cerveza bien fría. Aun estábamos desnudos y yo plenamente
satisfecho de aquellos polvos que había echado con el camarero y los que había
echado con ella. Mi rabo, en reposo, ella no paraba de mirarlo, diciendo que
tenía un rabo bien bonito y que así en reposo, tenía que hacerle una foto.
Cogió su móvil y le hizo una fotografía, luego lo lamio, como limpiándomelo y
empezó a respirar… Ya totalmente erecta, se la metí en la boca, tirándole lapos
en la boca, que ella recibía con placer y me hizo una mamada espectacular,
terminando de eyacular de nuevo en su boca, saliendo hasta la última gota que
me quedaba en mis huevos.
Aquella noche, tras haber pegado unos buenos
polvazos en la noche anterior, más los que pegue con la pelirroja, que por
cierto ya había perdido la cuenta de cuantas veces me había corrido, decidí quedarme
en casa, y relajado y como no en gayumbos, me puse a ver una película de terror,
y cuando tuve sueño, me metí en la cama totalmente relajado. Esa noche apague
el móvil, quería tranquilidad, mañana ya volveré a tirar de la agenda.