Entrada Original, Jueves 17 de Junio del 2010
Me imagino que todo el mundo estará de acuerdo conmigo en estar en contra de la violencia de género. La lastima que no es así, que aún hay hombres cobardes que pegan a las mujeres, las violan, las humillan y se creen tan hombres, tan fuertes que me avergüenza ser de su mismo género. Me dan asco directamente. Ya se que algunos piden ayuda a gritos y quizás se merezcan una segunda oportunidad, todo el mundo se la merece, o la mayoria, porque algunos, los etarras por ejemplo, no creo que se merezcan eso. Pero las estadísticas dice todo lo contrario, no por informes psicológicos, sino es la cruda realidad: ¡2 de cada 3 maltratadores lo vuelven hacer!
Pues bien, hace un par de semanas, más o menos, volvíamos de comer mi gran amiga y compañera Lucia, mi secretaria y yo; regresábamos al trabajo pues hablando de nuestras cosas; había más gente por la calle, la mayoría acompañados, riéndose, otros mirando al suelo, algunos con la mirada perdida, gente hablando por teléfono (estos detalles son importantes, creo que lo entenderéis). Volvíamos de huertas, una zona muy concurrida, para poneros en situación.
Pues bien, en plena calle un energúmeno golpeando a puñetazo limpio a su mujer. Nadie movía un dedo, todo el mundo seguía a su bola, nadie fue capaz de pararle los pies, nadie fue capaz de llamar a la policía (teníamos la comisaria a 3 minutos). La gente seguía como si tal cual. Yo no podía creer, ni mis amigas, lo que estábamos viendo. Se me encendió la sangre, se me hincho los cojones de ver como le estaba pegando. Me recordaba la situaciones que hemos vivido en nuestros transportes. El caso de Barcelona, golpeando a una inmigrante, y la gente tan pasiva. Y el último caso, aquí en Madrid, ojala que fuera el último, un tío, hombre no se le puede llamar, más bien un mierda, pegando patadas a una cría de 17 años, simplemente porque le daba la gana, simplemente porque le había mirado. ¿Patético verdad? Horrible estas últimas situaciones vividas. No sé a donde vamos a ir a parar con tantas cosas que ocurren en el mundo.
Pues la gente que hablaba por teléfono les contaba a su interlocutor lo que estaba pasando en la calle. Se escandalizaba, pero mas nosotros, con tanta pasividad. ¿Pero a nadie le importaba esa mujer? ¿nadie era capaz de ir a una comisaria? ¿no podía colgar y llamar? no se en que mundo vivimos, no se como la gente es capaz de actuar así. No lo entiendo, no me entra en mi cabezota. No lo puedo entender, no logro, no comprendo, como les daba igual lo que estaba ocurriendo. Recuerdo a Lucia que se tocaba la barriga, como si sintiera que nuestro hijo vaya a nacer en este mundo tan cruel. Sara, se acerco rápidamente a la comisaria y yo, y gracias a un chico que salia de un bar, nos acerquemos al hijo de puta, no tiene otro nombre, y le paremos los pies. Yo recibí un puñetazo, pero a esa mujer, por lo menos en ese momento no le iba a pegar mas. Estaba ensangrentada, y estaba bien marcada por ese peazo de mierda. Se notaba mas mayor de lo que era. La vida había sido dura con ella. Eso se nota, se respiraba en el aire. El otro chico y yo, cogimos al pavo y le reducimos. La mujer no podía ni moverse. Estaba temblando, aterrorizada, no es para menos. Entonces una mujer, se acercó a ella, junto a mi dulce Lucia, con lágrimas en los ojos, con las manos en la barriga, y trataron de calmarla. Estaba destrozada. Ella ya había llamado a una ambulancia. El resto de personas ¿sabéis lo que hicieron? ¡Nada!
Los minutos se nos hizo eterno hasta que llego la policía. Le detuvieron y nos tomaron declaraciones. Uno de ellos nos dio las gracias. La mujer no podía ni hablar. Nos esperemos hasta que llegó la ambulancia. Yo no quería, ni podía irme así. Sara y Lucia la acompañaron al hospital. No las dejaban a ir, pero el amable policía, no recuerdo su nombre, pero desde aquí le doy las gracias, por hacer bien su trabajo, la acompaño también y la dejaron subir. Y así les podía tomar declaraciones.
Yo y David, el chico que salió del bar y que tuvo el valor de ayudarme, de pararle los pies a ese maldito, fuimos a la comisaria a declarar.
Más tarde me enteré que nunca la había denunciado por miedo, como muchas mujeres, que temen a sus agresores, que les amenaza, y se sienten culpables de todo lo que le esta sucediendo. Nunca lo había echo, pero esta vez si. Sabemos o deberíamos de saberlo, con tantas muertes ya acumuladas en este país y en otros, que la ley actúa rápido en estos casos; por desgracia conseguirá solo una orden de alejamiento, y él saldrá en libertad en breve, sino lo ha echo ya. Y ese es el mayor error que puede haber, ya que si no fuera así, hoy en día, muchas de las mujeres maltratadas estarían vivas. Al menos deseo que la protejan, que pueda rehacer su vida, con normalidad, pero eso va a ser difícil. No lo va olvidar en su vida, está paliza y otras que habrá recibido. Lo que habrá aguantado, lo que habrá sufrido porque a su marido se le haya antojado amargarla la vida. Porque a su marido, no le guste como vista, porque a su marido se sienta más hombre al pegarla... hay tantos porqués que uno no puede comprender como la vida es así.
Sabemos más cosas de la mujer, pero no lo voy a contar, es lógico. Solo espero que tenga una vida mas tranquila. Se que no olvidará, que tendrá pesadillas, de echo las tiene, que no esta tranquila cuando camina por la calle, cuando sale de su trabajo, pero espero que agote todos los recursos para que ese mierda no pise la calle. Lo va hacer, esta vez si. No se va a callar. Va a luchar, va a vivir, mejor dicho, va a sobrevivir, le doy fuerzas para que lo supere.
No a la violencia de género, no al maltrato. No a la intolerancia.
Pues bien, hace un par de semanas, más o menos, volvíamos de comer mi gran amiga y compañera Lucia, mi secretaria y yo; regresábamos al trabajo pues hablando de nuestras cosas; había más gente por la calle, la mayoría acompañados, riéndose, otros mirando al suelo, algunos con la mirada perdida, gente hablando por teléfono (estos detalles son importantes, creo que lo entenderéis). Volvíamos de huertas, una zona muy concurrida, para poneros en situación.
Pues bien, en plena calle un energúmeno golpeando a puñetazo limpio a su mujer. Nadie movía un dedo, todo el mundo seguía a su bola, nadie fue capaz de pararle los pies, nadie fue capaz de llamar a la policía (teníamos la comisaria a 3 minutos). La gente seguía como si tal cual. Yo no podía creer, ni mis amigas, lo que estábamos viendo. Se me encendió la sangre, se me hincho los cojones de ver como le estaba pegando. Me recordaba la situaciones que hemos vivido en nuestros transportes. El caso de Barcelona, golpeando a una inmigrante, y la gente tan pasiva. Y el último caso, aquí en Madrid, ojala que fuera el último, un tío, hombre no se le puede llamar, más bien un mierda, pegando patadas a una cría de 17 años, simplemente porque le daba la gana, simplemente porque le había mirado. ¿Patético verdad? Horrible estas últimas situaciones vividas. No sé a donde vamos a ir a parar con tantas cosas que ocurren en el mundo.
Pues la gente que hablaba por teléfono les contaba a su interlocutor lo que estaba pasando en la calle. Se escandalizaba, pero mas nosotros, con tanta pasividad. ¿Pero a nadie le importaba esa mujer? ¿nadie era capaz de ir a una comisaria? ¿no podía colgar y llamar? no se en que mundo vivimos, no se como la gente es capaz de actuar así. No lo entiendo, no me entra en mi cabezota. No lo puedo entender, no logro, no comprendo, como les daba igual lo que estaba ocurriendo. Recuerdo a Lucia que se tocaba la barriga, como si sintiera que nuestro hijo vaya a nacer en este mundo tan cruel. Sara, se acerco rápidamente a la comisaria y yo, y gracias a un chico que salia de un bar, nos acerquemos al hijo de puta, no tiene otro nombre, y le paremos los pies. Yo recibí un puñetazo, pero a esa mujer, por lo menos en ese momento no le iba a pegar mas. Estaba ensangrentada, y estaba bien marcada por ese peazo de mierda. Se notaba mas mayor de lo que era. La vida había sido dura con ella. Eso se nota, se respiraba en el aire. El otro chico y yo, cogimos al pavo y le reducimos. La mujer no podía ni moverse. Estaba temblando, aterrorizada, no es para menos. Entonces una mujer, se acercó a ella, junto a mi dulce Lucia, con lágrimas en los ojos, con las manos en la barriga, y trataron de calmarla. Estaba destrozada. Ella ya había llamado a una ambulancia. El resto de personas ¿sabéis lo que hicieron? ¡Nada!
Los minutos se nos hizo eterno hasta que llego la policía. Le detuvieron y nos tomaron declaraciones. Uno de ellos nos dio las gracias. La mujer no podía ni hablar. Nos esperemos hasta que llegó la ambulancia. Yo no quería, ni podía irme así. Sara y Lucia la acompañaron al hospital. No las dejaban a ir, pero el amable policía, no recuerdo su nombre, pero desde aquí le doy las gracias, por hacer bien su trabajo, la acompaño también y la dejaron subir. Y así les podía tomar declaraciones.
Yo y David, el chico que salió del bar y que tuvo el valor de ayudarme, de pararle los pies a ese maldito, fuimos a la comisaria a declarar.
Más tarde me enteré que nunca la había denunciado por miedo, como muchas mujeres, que temen a sus agresores, que les amenaza, y se sienten culpables de todo lo que le esta sucediendo. Nunca lo había echo, pero esta vez si. Sabemos o deberíamos de saberlo, con tantas muertes ya acumuladas en este país y en otros, que la ley actúa rápido en estos casos; por desgracia conseguirá solo una orden de alejamiento, y él saldrá en libertad en breve, sino lo ha echo ya. Y ese es el mayor error que puede haber, ya que si no fuera así, hoy en día, muchas de las mujeres maltratadas estarían vivas. Al menos deseo que la protejan, que pueda rehacer su vida, con normalidad, pero eso va a ser difícil. No lo va olvidar en su vida, está paliza y otras que habrá recibido. Lo que habrá aguantado, lo que habrá sufrido porque a su marido se le haya antojado amargarla la vida. Porque a su marido, no le guste como vista, porque a su marido se sienta más hombre al pegarla... hay tantos porqués que uno no puede comprender como la vida es así.
Sabemos más cosas de la mujer, pero no lo voy a contar, es lógico. Solo espero que tenga una vida mas tranquila. Se que no olvidará, que tendrá pesadillas, de echo las tiene, que no esta tranquila cuando camina por la calle, cuando sale de su trabajo, pero espero que agote todos los recursos para que ese mierda no pise la calle. Lo va hacer, esta vez si. No se va a callar. Va a luchar, va a vivir, mejor dicho, va a sobrevivir, le doy fuerzas para que lo supere.
No a la violencia de género, no al maltrato. No a la intolerancia.
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