Nunca voy a saber si mi madre engañó a mi padre con mi tío; ¿pero cómo se le pregunta eso a una madre? Mi tío es el hermano menor de mi padre y nunca le he conocido relación alguna. Sé que ha ido de putas, pero no le he conocido relación sería. Me imagino que como todo hombre tiene sus necesidades y las cubrirá pagando. Empecé a sospechar tiempo atrás, no es nuevo de ahora; no sé si mis hermanos han pensado lo mismo que yo. La verdad que nunca se lo he preguntado directamente; quizás por miedo a saber la verdad o porque después sería un tema tabú o algo tan difícil de esconder que el ambiente sería raro. Toda familia tiene sus secretos, unos más temidos y horribles que aunque se diga con la mirada que aquel secreto no está bien, nunca se dicen. Pues mi sospecha empezó aquella tarde de otoño; estábamos cerca de noviembre, pero el sol, ya algo débil, en el hueco del día, se podía estar en patio. Me puse a leer uno de los múltiples libros que me regalo mi ex pareja; antes me prepare un café, siempre con hielo, y unas pequeñas galletas que nadie quería. Me senté cómodamente en la butaca; me encendí un cigarro. Mi madre había terminado de fregar los platos y mi padre había marchado a trabajar. Uno de mis hermanos estaba en su habitación descansando; me pidió uno de mis discos y se puso los cascos, como casi todas las tardes. Mis otros hermanos no estaban.
Una vez acomodado y a ver abierto el libro, le di un pequeño sorbo al café; aún estaba caliente; me levante un instante, para coger un hielo y unos azucarillos. Me volví a sentar, cuando al rato, llegó mi tío, alegre, silbando, con sus dos perros. Les soltó la correa, para que corrieran por los campos que teníamos en frente de casa; me saludó con euforia. Se le veía contento y eso me alegró. Salió mi madre, con la bolsa de la basura y aún con la bata puesta. Solía ponérsela cuando fregaba los platos, para no mancharse la ropa que llevaba puesta. Salieron por la puerta del almacén, que solíamos tener durante el día abierta, para que los rayos de sol entraran a nuestro hogar. No tardaron ni dos minutos, el contenedor esta cerca. Hablaban de lo rápido que pasa el tiempo, de lo cerca que estaban las navidades y otras cosas que no logré oír. Se prepararon un café y se quedaron en la mesa, de vieja madera, charlando animadamente. Cerré el libro y me metía de vez en cuando en la conversación.
Mi tío le pidió si le podía coser uno de los botones del pantalón, medio caído, ya que él no sabía. Mi madre frunció el ceño, casi le molestó que preguntara eso delante de mío; sin reparo le dijo que se iba a poner mientras se lo cosía. Que se lo llevara otro día. Estaba realmente molesta. Él, sin casi levantar la cabeza, le dijo que podía quedarse en calzoncillos, que tampoco era para tanto; el tono de voz, de ambos, había cambiado por completo. Parecía que no se daban cuenta que yo estaba allí. Era ridículo. La verdad que no lo veía muy lógico que le pidiera eso y que se quedara en ropa interior delante de mi madre. Pasó unos cinco minutos, que fueron eternos, cuando mi tío le propuso subir al desván; parecía que le iba la vida en coser aquel botón. Mi madre al final cedió. Subieron las escaleras. En aquel instante no pensé nada, pero luego sí. Tardaron en bajar ¿Cuánto tiempo se tarda en coser un botón?
Aquella noche no pude quitarme la imagen de mi tío besuqueando a mi madre. No es lo que lo hubiera visto, pero si me lo había imaginado; no sé porque, pero el mosqueó no se me pasaba. Que hubieran subido arriba, para coserle solo un botón y que hubieran tardado no era muy lógico. Imaginaba a mi tío en ropa interior, tocándose y me daba esgrima. ¿Cómo mi madre podría hacerle eso a mi padre? A pesar de merecérselo.
Mi padre no era ningún santo y sus secretos era mucho peor de lo que nos imaginábamos. Pero tampoco mis hermanos y yo hablábamos del tema; lo dejemos correr y eso me hacía sentir culpable. A veces mi vida me daba asco. Procuraba no pensar en ello, pero a veces eso era casi imposible. Mi padre se había masturbado delante de niñas en alguna ocasión; incluso estuvo en el calabozo un par de noche; nunca le habían denunciado por ninguna otra cosa; según las niñas no le había tocado, no les había preguntando. Solo que estaba meando y al verlas pasar se la meneó. Recuerdo que yo vivía solo por aquel entonces; me había separado de mi ex pareja y me quedé en aquel piso, inmenso, durante el tiempo que faltaba para terminar el contrato. Estaba preparando la cena, cuando el timbre sonó cinco o más veces seguidas; el pitido del telefonillo se me metió en el oído. Murmurando descolgué. Oí la voz de mi hermana muy nerviosa; le abrí la puerta, porque no la entendía nada. Dejé la puerta y nada más verme se puso a llorar. Me dijo que porque no había cogido el móvil, que me habían llamado más de diez veces, no sé cuantos mensajes y que fuéramos para la comisaria. Hablaba rápidamente, casi atropellando las palabras. Le entendí a medias; le agarré del brazo y le pedí que se calmara. Entonces me contó que mi padre estaba detenido, pero no sabía bien el porqué; teníamos que ir a la comisaria. Mi madre y mis hermanos estaban allí; no nos dejaron pasar. Solo a mi madre para llevarle algo de ropa. Nos explicó uno de los polis, que había sido acusado de masturbarse delante de dos niñas, de unos doce años; la niña era hija de uno de los policías de un pueblo de al lado. Al día siguiente le iban a tomar declaración y que esa noche debería de pasar en el calabozo.
Nos fuimos a casa de mi madre, todos; no entendíamos el porqué mi padre había hecho eso, y empecemos a conjurar lo que podía ocurrir; mi madre lo tenía claro, que si tenía que ir a la cárcel, ella iba a estar tranquila, que no iba a sufrir por él; que si había hecho algo más, que lo pagara con sus huesos en la cárcel; que no podía hacer más. Mis hermanos mayores no sabían que decir; mi hermano y yo, nos pusimos a llorar y él no paraba de decir que se sentía muy decepcionado, que no entendía como había hecho una cosa así; hablaron de cosas que yo no entendía, pero me estremecí, al oír a mi hermano, el único que estaba casado por aquel entonces, que mi padre había intentado acostarse con mi cuñada, bajo un precio que podría haber aliviado una temporada la hipoteca. ¿Qué clase de familia tengo? Como podía mi padre, que había admirado, haber ofrecido pasta a mi cuñada, haberse tocado delante de dos pobres inocentes, que habría hecho en sus largos paseos, o después de trabajar. No podía creer lo que estaba escuchando, y con un grito, les dije que parasen… la verdad dolía, pero por mi edad no podía entender según qué cosas o quizás nunca las quise entender. Aquella noche fue muy larga.
Al día siguiente soltaron a mi padre. No hubo cargos y al final no hubo denuncia. Nunca supimos el porqué los padres de las niñas no quisieron denunciar; quise creer que quizás se trato de un mal entendido y que las niñas nerviosas creyeron que se estaba masturbando, y tan solo se había parado a orinar. Pero sabía que mi padre había hecho algo más; quizás no las toco, ni las incitó a que le tocasen, pero sé que mi padre se había masturbado, incluso delante de un familiar nuestro. En verano se tocaba el miembro, media a escondidas, pero dejándose pillar por primas a penas de once años. Y no volvía a salir de su escondite hasta que se le bajase la erección. Yo le había visto, incluso pillado, masturbándose en la terraza, pudiéndole ver niñas que jugaban en el campo, o adultos que paseaban a sus perros. No sé si llego a más, pero sabiendo que había ofrecido dinero a mi cuñada, vete a saber si no se había ido también de putas o a cuantas mujeres intentó pagar.
Yo le vi en casa. Estaba cabizbajo, apenas hablaba, pero fue contundente al decirnos que no había hecho nada, que solo se había parado a orinar y que no había visto las niñas venir. Que había sido un mal entendido. Quizás en aquella ocasión era cierto, pero yo le he visto en situaciones parecidas. Me producía asco, pero tampoco fui capaz de decirle nada, ni contárselo a mi madre. Pero aquella noticia que dio mi hermano cayó como un jarro de agua fría, pero nunca más se llegó a mencionar. Los días pasaron y fuimos olvidando; mejor dicho, nos callemos todos difuminando la realidad.
Mi hermana mayor fue la única que se preocupó por el que dirán; el padre de una de las niñas nos seguía saludando, el policía nos miraba de reojo cuando se cruzaba con algunos de nosotros. Evidentemente nunca escuche ningún rumor, ni hablar mal de mi padre, pero supongo que no lo iban hacer a plena luz, en mitad de la plaza, en el parque del barrio; me sentía avergonzado por momentos, pero ahora que lo veo con algo de lejanía, me doy un poco de asco al no pronunciarme con todo lo que sabíamos. ¿Pero cómo hablar con un familiar de esto? ¿Cómo decirle a mi padre que era un degenerado? ¿Y mi cuñada se lo contaría a alguien? Me la imagino con su nuevo marido; se separó de mi hermano por problemas matrimoniales, financieros y algunos motivos que supongo que nos ocultaría. Al principio venia a visitarnos. Yo me llevaba muy bien con ella; con mis hermanas no tanto. La criticaba a sus espaldas y yo la defendía todo lo posible. Pero aquellas visitas fueron desapareciendo, obvio, ya no amaba a mi hermano y si mi padre le había ofrecido dinero, no creo que se sintiera cómoda en mi casa. La última vez que la vi, recuerdo que tenía la mirada triste y rogó a su ex marido y a mi hermano que mi padre la dejara de seguir. Resulta que en los paseos diarios que realizaba, se acercaba hasta la fábrica donde ella trabaja y la seguía. Según mi hermano para ver si se iba con otro hombre. Menuda tontería, ella era libre, igual que él, para rehacer su vida. Pero el motivo lo comprendí más tarde. La seguía porque quería poseerla, quería pagarla y vete a saber que más cosas quería hacer con ella. Desconozco si mi hermano llegó hablar con mi padre. Solo sé que todos nosotros escondíamos el secreto. Cada cual a su manera; no sé como tendrán la conciencia mis familiares, pero yo a veces no duermo tranquilo, sabiendo que mi padre era así.
Sobre la relación o no de mi madre con mi tío no la puedo confirmar, no tengo pruebas, pero si he vivido situaciones que me hicieron sospechar que eran amantes. Recuerdo una vez que mi padre me mandó a casa de su hermano por unas herramientas. Su casa, donde siempre vivieron mis abuelos, es una planta baja. No tenía timbre y por el día dejaba la puerta abierta. Siempre nos asomábamos e indicábamos que íbamos a entrar. Así lo hice. No obtuve respuesta. Nada más entrar, la primera puerta a la izquierda, es una habitación. Allí estaba mi tío, desnudo, con el pene erecto. Se tapo inmediatamente; no me había oído. Vi ropa femenina. Ropa interior de estas de mujer mayor. Pero no vi a la mujer. Recogí lo que fui a buscar y me fui a mi casa. Le di las herramientas a mi padre y me fui a mi habitación. Mi madre llego a la media hora, acalorada, con una barra de pan. Me extraño porque ella me había mandado a mí a buscar el pan. Le pregunté, respondió que no me había dicho eso, que le habría entendido mal… dude, pero sé lo que me dijo, y ate cabos. Era la mujer que había estado en casa de mi tío. Esto, más lo de subir juntos a coser el botón, más visitas justo cuando no estaba mi padre, la conclusión era casi clara.
A día de hoy, lo de mi padre estaba más que confirmado. Ocurrió otras situaciones similares, y él siempre estaba allí, en medio de acoso, en medio de tocamientos. Y lo de mi madre, sus silencios, el soportar eso, sin entender bien el porqué lo hacía, puedo casi justificarla que se acostara con mi tío, que él si era un hombre casi honrado. No lo pude probar, pero estoy casi seguro que así era. Y nosotros, sus hijos, callarnos y dejar correr todo lo ocurrido en el pasado, tampoco tenemos perdón. La conciencia, la mayoría de veces, no la tengo tranquila y desde hace años no duermo bien. Será que me siento culpable, será que me odio a mí mismo, solo me cabe esperar que algún día esto a mis hijos no les ocurra.
FIN.
Felicidades por la historia tron.Menuda familia jejejjeje
ResponderEliminarBesotes
Juan Angel
Bueno, menuda historia, está genial. Pero de nombre le podías haber puesto SECRETOS, es cierto que todos los tenemos, pero lo que se te ha ocurrido, casi sobrepasa los límites. Lo que no he llegado a comprender es por que tu personaje en la historia tiene remordimientos, no duerme bien, si a fin y al cabo el no es culpable de nada, ni pudo hacer nada.
ResponderEliminarUn saludo,
Franek
Hola Juan Angel. Pues menudo pollo se ha montado jajaja. Mira que creer que es real... Anda que no se nota mi forma de escribir!! En fin que le vamos hacer.
ResponderEliminarBuenas Franek. Normalmente a mis relatos de ficción no les suelo poner títulos. Pero el que me dices, seria un buen titulo. Cuando empece a escribirla me empezó a fascinar los detalles que cuento.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por tu comentario