Antes de entrar a “Bepop”, di las
últimas caladas al cigarro, lo tiré al suelo y por instinto lo pisotee. Mire a un lado y a otro, quería asegurarme de
que Jesús no nos había seguido. Quería tener la noche tranquila y no liarla;
Andrés había sacado ya las entradas; Santiago, me miró con impaciencia. No le
gustaba que fumara. Él lo había dejado años atrás, y le molestaba más que a
cualquier otra persona. Y eso que yo fumaba poco, unos seis cigarros al día,
aunque reconozco que cuando salgo de fiesta, fumó mucho más, y eso que en los
bares ya no se puede fumar. En casa, cuando estoy solo, me suelo fumar un par;
en mi pisito tengo un pequeño balcón, chiquitito, pero suficiente para no fumar
dentro de casa. Y cuando estoy con él, quizás uno, el típico detrás de comer.
Cuando follamos no; nunca me ha gustado fumar en la cama, y me gusta quedarme
abrazado a él, y no me suelo levantar, y cuando nos pegamos la ducha, tampoco
salgo al balcón. Aunque no por que este desnudo, porque no sería la primera
vez, que los vecinos me han visto el rabo. No me da pudor; no es que sea un
exhibicionista, pero reconozco que me pone burro, me da morbo.
Nada más entrar, me crucé con un
par de ex ligues; ninguno de los dos me saludaron, pero si me miraron el
paquete. Solía ligar bastante, y folleteo no me faltaba. Lo que ocurría, era
eso, que después si encontrabas a los que te habías follado, algunos no te
saludaban. La verdad que me considero una persona de lo más normal, no me
considero que este bueno; pero tengo mi encanto y no son por los centímetros de
polla. La tengo grande y hermosa, veinte tres para ser exactos, y lo importante
que sé utilizarla, pero lo que más me gusta son mis ojos. Ya ves, que curioso,
la mayoría me miran el cipote. Pues bien, ninguno de los dos me saludó, aunque
uno de ellos, más tarde, intento cogérmela cuando estaba en el lavabo. Le di un
sopapo. Me habían tocado demasiado las pelotas y no pude más. No pasó nada. No
se reveló, simplemente me miró con cara de asco, por encima de su hombro, de
pura rabia, sabiendo que no iba a probar más mi rabo y salió echando leches.
La noche avanzaba más deprisa de lo que quisiera; nos lo estábamos pasando de puta madre, y ya llevábamos unas cuantas copas de más, pero aun creía que controlaba la situación. Vamos, que íbamos camino de coger una buena cogorza. No sé en qué momento de la noche, llego Pedro al local. Estábamos bailando, cuando se nos acercó y nos llevó hacia la barra. Nos invitó a unos chupitos de tequila, luego llegaron dos más; me reía por cualquier cosa. Entonces pedí una botella de agua, ya era la hora de que parara de beber. Y fue cuando vimos acercarse a Jesús, agarrado a un hombre mayor. Tendría unos cincuenta años. Iba sonriendo, como si fuera la reina de la noche, pavoneándose, intentando ser el centro de atención. No lo consiguió, porque lo único que vi, fueron las risas de los de allí presente. Pero a él le daba igual, ya que seguía con su “papel de estrella”. Nos lo presento como si fuera alguien importante; nos dijo que era el productor de una película independentista y que había llegado a Madrid para tomarse unos días de descanso, que le conoció en una fiesta privada, de no sé dónde. No paraba de hablar y soltar gilipolleces por la boca. Nos sacaba de quicio con tanta verborrea, y tanta estupidez sin sentido. Soltaba esas carcajadas tan escandalosas, que los de al lado les miraba. Así él se sentía orgulloso, se inflaba como un pavo, como si hubiera conseguido su objetivo. Cuando les miraba, les sonreía falsamente y se dirigía a ellos como si les conociera de toda la vida. Ellos les ignoraba, pero él seguía hablando como si tal cosa. A nosotros tres, nos quiso aclarar que solo eran amigos, como si me importara si se lo había follado o no; estaba hasta los huevos de tener que aguantarle y por eso le dije que nos dejará en paz, y que fuera a buscarse a sus amigos, si los tenía, y que no volviera a dirigirme la palabra. Me tenía hasta la polla. Cuando le solté todo, fue la primera vez que le vi cambiar la expresión de su cara; dejó de sonreír y de soltar la carcajada tan estúpida, y con aires de diva, le dijo a su acompañante, que hoy no era mi mejor día. Al oírle, le cogí del cuello, de la camisa barata, y le dejé bien claro, que aún no había visto mi peor día. Su acompañante, no dijo nada. Le miró de reojo, algo asustado, y casi arrastrándole se lo llevo de allí. Y el muy capullo, ya entre la multitud, me guiñó un ojo. Sin conocerle, me estaba dando realmente pena. Que tío más estúpido. Mis amigos, me calmaron tras el incidente, invitándome a otra copa. Santiago me cogió la mano y me besó tan apasionadamente, que se me puso toda dura. Me flipaba como besaba. Realmente me había encabronado y ahora estaba bastante cachondo. Tenía ganas de bajarme el pantalón y soltar mi rabo, para dárselo a mi novio. Así que, no tardemos mucho en irnos. El metro estaba a punto de abrir, así que, nos empecemos a magrear mientras nos dirigíamos a la boca del metro. Nos paremos en un portal, de lo caliente que íbamos; nos besábamos mientras nuestros paquetes se rozaban. Él mordisqueaba mi cuello y yo más caliente me ponía. Me desabrocho algún botón del pantalón y libero mi polla. Me la empezó a menear. Yo hice lo mismo con su cipote. Su lengua jugaba con la mía, me besuqueaba el cuello, me tenía encabronado, cachondisimo y si no fuera porque se encendieron las luces del portal, me lo hubiera follado allí mismo. Tuvimos que esperar hasta llegar a casa. En el ascensor, ya estábamos medios desnudos, sin importarnos, si nos cruzábamos con alguien. Y así fue, al salir a mi rellano, uno de mis vecinos, iba a pasear a su perro, ¿a esas horas? siempre me preguntaba lo mismo, como podían levantarse tan temprano para sacar al perro. Entiendo que tener una animal, conlleva esa responsabilidad, pero yo no sé si podría. De echo tuve perro cuando era pequeño, pero no lo es lo mismo, ya que lo cuidaban realmente mis padres. Ahora no tengo animales, ni los quiero, simplemente porque no tengo tiempo, y no podría cuidarlo como se merecen. Mi vecino, nos miró escandalizado y refunfuñando montó en el ascensor. Santiago y yo, nos reímos por un instante, mirándonos a los ojos, y seguimos a lo nuestro. Abrí la puerta como pude, ya que no dejaba de comerme la polla. Al entrar, me quite el pantalón y los gayumbos, e hice lo propio con los suyos. Le cogí los huevos y me trague su rabo. Estaba babosa, del calenton que llevábamos. Jugué con su culo, le metí la lengua, y cuando menos se lo esperó, le metí el rabo. Primero suavemente, con dulzura, luego subí poco a poco el ritmo, hasta darle la caña que a él tanto le gustaba recibir y a mí dar. Cambiemos de postura, porque nos gustaba mirarnos a la cara, besarnos, mientras tenía mi polla en su culo. Le zumbé de lo lindo, estábamos a mil por hora; soltó su chorro de lefa y yo sin sacar mi cipote me corrí en su ojete y seguí bombeando. ¡Qué buen polvazo! Pero teníamos ganas de más, así que continuemos follando unas horas y tras quedarnos saciados nos quedemos dormidos.
La noche del sábado la pasemos tal como la habíamos planeado. Desconectemos los móviles y vimos tranquilamente la película. Nos hicimos unas palomitas, nos preparemos unas coca colas, con bastante hielo y disfrutemos de una velada tranquila. Tras la película, vimos otra de terror y cuando nos entró sueño, nos fuimos a la cama. Antes de dormir, nos pusimos hablar de nuestras cosas, mirándonos fijamente, charlando tranquilamente. Nuestras manos estaban entrelazadas y sentir su piel junto a la mía, me hacía sentir felicidad. Sonreía como un autentico bobo, por lo bien que me hacía sentir. Le di un beso dulce, corto pero intenso, mientra mi mano bajaba a su paquete. Metí la mano por dentro del gayumbo y le agarré el rabo. Le acaricié los huevos, baje más abajo y le metí un dedo en su culo. Sus manos ya me habían bajado el slip, liberando mi polla. Se agachó y me la empezó a mamar. Volvimos a follar. Conectábamos bien en la cama y eramos casi insaciables. Tras tener una buena corrida, nos quedemos dormido.
El domingo fue muy tranquilo y familiar. Fuimos a casa de sus padres a comer y por la tarde la pasemos con su hermana. Luego le acompañé a su piso, y tras una cena ligera, me marché para mi piso. Normalmente los domingos solía dormir solo, ya que los lunes iba temprano a la oficina, y si él no tenía que madrugar, pues no le molestaba. No era solo por eso, sino porque aún no vivíamos juntos del todo, aunque lo hemos hablado, no lo tenemos decidido. No porque no tengamos ganas, porque tenemos claro que lo vamos hacer, pero queremos tenerlo claro cien por cien; de momento las cosas iban genial así y tener nuestro espacio nos complacía a ambos, y cuando llegue el momento de vivir juntos, tenemos claro que el espacio no nos faltará, porque creo que es importante, que aunque se mantenga una relación, hay que tener la capacidad y la libertad de tener esos momentos que cada persona necesita, así que, cuando llegue el momento se sabrá. Prisas no tenemos.
Había decidido dar un paseo, pero casi a mitad de camino, se puso a llover de tal manera, que tuve que coger el metro. Bajé las escaleras, medio empapado; no había mucha gente, y pude sentarme en uno de los bancos; faltaban cinco minutos para el próximo metro; cogí el móvil y leí el whatsapp que me había dejado Santiago. Le contesté. Luego me puse a jugar algunas partidas, y estaban tan concentrado, que no me di cuenta que Jesús se había sentado a mí lado, hasta que me tocó la pierna.
La noche avanzaba más deprisa de lo que quisiera; nos lo estábamos pasando de puta madre, y ya llevábamos unas cuantas copas de más, pero aun creía que controlaba la situación. Vamos, que íbamos camino de coger una buena cogorza. No sé en qué momento de la noche, llego Pedro al local. Estábamos bailando, cuando se nos acercó y nos llevó hacia la barra. Nos invitó a unos chupitos de tequila, luego llegaron dos más; me reía por cualquier cosa. Entonces pedí una botella de agua, ya era la hora de que parara de beber. Y fue cuando vimos acercarse a Jesús, agarrado a un hombre mayor. Tendría unos cincuenta años. Iba sonriendo, como si fuera la reina de la noche, pavoneándose, intentando ser el centro de atención. No lo consiguió, porque lo único que vi, fueron las risas de los de allí presente. Pero a él le daba igual, ya que seguía con su “papel de estrella”. Nos lo presento como si fuera alguien importante; nos dijo que era el productor de una película independentista y que había llegado a Madrid para tomarse unos días de descanso, que le conoció en una fiesta privada, de no sé dónde. No paraba de hablar y soltar gilipolleces por la boca. Nos sacaba de quicio con tanta verborrea, y tanta estupidez sin sentido. Soltaba esas carcajadas tan escandalosas, que los de al lado les miraba. Así él se sentía orgulloso, se inflaba como un pavo, como si hubiera conseguido su objetivo. Cuando les miraba, les sonreía falsamente y se dirigía a ellos como si les conociera de toda la vida. Ellos les ignoraba, pero él seguía hablando como si tal cosa. A nosotros tres, nos quiso aclarar que solo eran amigos, como si me importara si se lo había follado o no; estaba hasta los huevos de tener que aguantarle y por eso le dije que nos dejará en paz, y que fuera a buscarse a sus amigos, si los tenía, y que no volviera a dirigirme la palabra. Me tenía hasta la polla. Cuando le solté todo, fue la primera vez que le vi cambiar la expresión de su cara; dejó de sonreír y de soltar la carcajada tan estúpida, y con aires de diva, le dijo a su acompañante, que hoy no era mi mejor día. Al oírle, le cogí del cuello, de la camisa barata, y le dejé bien claro, que aún no había visto mi peor día. Su acompañante, no dijo nada. Le miró de reojo, algo asustado, y casi arrastrándole se lo llevo de allí. Y el muy capullo, ya entre la multitud, me guiñó un ojo. Sin conocerle, me estaba dando realmente pena. Que tío más estúpido. Mis amigos, me calmaron tras el incidente, invitándome a otra copa. Santiago me cogió la mano y me besó tan apasionadamente, que se me puso toda dura. Me flipaba como besaba. Realmente me había encabronado y ahora estaba bastante cachondo. Tenía ganas de bajarme el pantalón y soltar mi rabo, para dárselo a mi novio. Así que, no tardemos mucho en irnos. El metro estaba a punto de abrir, así que, nos empecemos a magrear mientras nos dirigíamos a la boca del metro. Nos paremos en un portal, de lo caliente que íbamos; nos besábamos mientras nuestros paquetes se rozaban. Él mordisqueaba mi cuello y yo más caliente me ponía. Me desabrocho algún botón del pantalón y libero mi polla. Me la empezó a menear. Yo hice lo mismo con su cipote. Su lengua jugaba con la mía, me besuqueaba el cuello, me tenía encabronado, cachondisimo y si no fuera porque se encendieron las luces del portal, me lo hubiera follado allí mismo. Tuvimos que esperar hasta llegar a casa. En el ascensor, ya estábamos medios desnudos, sin importarnos, si nos cruzábamos con alguien. Y así fue, al salir a mi rellano, uno de mis vecinos, iba a pasear a su perro, ¿a esas horas? siempre me preguntaba lo mismo, como podían levantarse tan temprano para sacar al perro. Entiendo que tener una animal, conlleva esa responsabilidad, pero yo no sé si podría. De echo tuve perro cuando era pequeño, pero no lo es lo mismo, ya que lo cuidaban realmente mis padres. Ahora no tengo animales, ni los quiero, simplemente porque no tengo tiempo, y no podría cuidarlo como se merecen. Mi vecino, nos miró escandalizado y refunfuñando montó en el ascensor. Santiago y yo, nos reímos por un instante, mirándonos a los ojos, y seguimos a lo nuestro. Abrí la puerta como pude, ya que no dejaba de comerme la polla. Al entrar, me quite el pantalón y los gayumbos, e hice lo propio con los suyos. Le cogí los huevos y me trague su rabo. Estaba babosa, del calenton que llevábamos. Jugué con su culo, le metí la lengua, y cuando menos se lo esperó, le metí el rabo. Primero suavemente, con dulzura, luego subí poco a poco el ritmo, hasta darle la caña que a él tanto le gustaba recibir y a mí dar. Cambiemos de postura, porque nos gustaba mirarnos a la cara, besarnos, mientras tenía mi polla en su culo. Le zumbé de lo lindo, estábamos a mil por hora; soltó su chorro de lefa y yo sin sacar mi cipote me corrí en su ojete y seguí bombeando. ¡Qué buen polvazo! Pero teníamos ganas de más, así que continuemos follando unas horas y tras quedarnos saciados nos quedemos dormidos.
A
la mañana siguiente, me despertó el sonido del móvil. Era mi madre que andaba
algo preocupada, porque llevaba unas dos semanas sin llamarla. Con voz aún de
dormido, la respondí como pude, que no se preocupara, que todo estaba bien, que
el trabajo me había absorbido un poco, y que me disculpara. Me dijo que si
seguía en la cama, que se notaba la voz cansado. La contesté que sí, que había
salido de fiesta y que estábamos aun durmiendo. Me colgó con un te quiero, muy
tierno, y le di un beso por teléfono. Santiago seguía durmiendo. Tenía una
nalga fuera, tan prieta, tan dura, de sus horas de gimnasio. Le di un pequeño
mordisco, tan apetecible, que pegó un pequeño brinco. Me sonrió, con los ojos
aun cerrados y me abrazo con un solo brazo. Le acaricie la mano y continuemos
durmiendo. A media tarde, nos levantemos; estábamos medio empalmados así que en
la ducha volvimos a follar salvajemente.
Antes
de cenar, preparé algunos temas que debía presentar el lunes a primera hora,
mientras mi chico preparaba la cena. Esa noche no íbamos a salir, nos apetecía
quedarnos en casa y ver una película. Mire el Twitter un instante, y fue cuando
vi que “el galleto” había vuelto a mentir. Me había vuelto a mencionar, y no
una vez, sino bastantes. Decía que me había visto en el lavabo del pub “el
sitio” cascarsela a un tío, mientras que mi novio me la meneaba a mí. Que me
había peleado con varios tíos, golpeándoles la cara y me habían echado del
local, que si no me había dejado entrar en otra discoteca, que si mis amigos
habían comprado coca, y mentira tras mentira, hablaba de más gente, de otros
amigos, de desconocidos, cada vez diciendo algo más absurdo. No iba a entrar en
su juego y como era habitual, a la media hora lo borraba y decía alguna media
verdad. Nadie le contestaba y cada vez iba teniendo menos seguidores, y los pocos que les quedaban eran de su misma calaña; lo
que si observe, es que se hablaba a sí mismo, es decir, que tenía varias
cuentas y las utilizaba como si fueran otras personas; se respondía a sí mismo,
y se notaba porque escribía y utilizaba las mismas palabras, las mismas
expresiones… se lo enseñé a Santiago. Lo siguiente que hicimos fue bloquearle.
El domingo fue muy tranquilo y familiar. Fuimos a casa de sus padres a comer y por la tarde la pasemos con su hermana. Luego le acompañé a su piso, y tras una cena ligera, me marché para mi piso. Normalmente los domingos solía dormir solo, ya que los lunes iba temprano a la oficina, y si él no tenía que madrugar, pues no le molestaba. No era solo por eso, sino porque aún no vivíamos juntos del todo, aunque lo hemos hablado, no lo tenemos decidido. No porque no tengamos ganas, porque tenemos claro que lo vamos hacer, pero queremos tenerlo claro cien por cien; de momento las cosas iban genial así y tener nuestro espacio nos complacía a ambos, y cuando llegue el momento de vivir juntos, tenemos claro que el espacio no nos faltará, porque creo que es importante, que aunque se mantenga una relación, hay que tener la capacidad y la libertad de tener esos momentos que cada persona necesita, así que, cuando llegue el momento se sabrá. Prisas no tenemos.
Había decidido dar un paseo, pero casi a mitad de camino, se puso a llover de tal manera, que tuve que coger el metro. Bajé las escaleras, medio empapado; no había mucha gente, y pude sentarme en uno de los bancos; faltaban cinco minutos para el próximo metro; cogí el móvil y leí el whatsapp que me había dejado Santiago. Le contesté. Luego me puse a jugar algunas partidas, y estaban tan concentrado, que no me di cuenta que Jesús se había sentado a mí lado, hasta que me tocó la pierna.
muy bueno el relato
ResponderEliminary muy descriptivo para un martes a las 8:30
que ganas de volver a la cama y disfrutar
miblogbyamo.blogspot.com
Gracias por leer la entrada y dejar tu comentario. :-)
EliminarAsier, cada vez se pone mas interesante, bueno, bueno donde lo has dejado, a saber cual es tu reacción tras tocarte la pierna,.... Esperando impaciente nuevas entregas.
ResponderEliminarCuidadin con las formas verbales, que mira que íbamos bien y aqui te has emocionado y plass me las sueltas otra vez.
Un abrazo,
Franek
Muy buenas colega. Pues posiblemente, la cuarta entrega sea la última. Ya estoy ultimando los detalles del final... por supuesto no te diré nada jejeje
EliminarRespeto a las formas verbales, vaya, con lo bien que iba... jejeje, es mi punto débil, y bueno, tengo que cuidarlo.
Un abrazo colega
Jejejejeje!! Sigues tan cabroncete como siempre o más y dejándonos en plan coitus interruptus en mitad de la parte más interesante.
ResponderEliminarComo ya te dijeron lo de las formas verbales que ear lo que quería comentarte en plan negativo, voy a ser positivo, jejejejeje!!
¡¡Vamos a lo bueno!! Eres bastante más descriptivo en el plano sexual, lo que hace más vívidas y excitantes las escenas de sexo con Santiago y le da otro ritmo más erótico y sensual a esas partes del relato. O sea, quie esa última parte va a ser de alto voltaje, jejejeje!!
¡¡Espero con mucha ansia esa patada muy dolorosa en mitad de los huevines del galleto, nen!!
¡¡Besote y abrazote, ragazzo!!
ErosMacho
No, no me lo tomo a mal, ni mucho menos. Ya sé que cometo ese error, pero a veces, me sale por defecto y procuro que no sea así.
EliminarComo te dije, seguramente la cuarta parte, será la última.
Un abrazo.