En un principio, la entrada iba a titularse 1 de Septiembre, pero como la tónica es en general, pues he preferido llamarla como el mes que estamos.
Uno no siempre puede controlar lo que uno va sintiendo, sin darse cuenta, surge lo que tienes dentro y sale sin más. Ya he hablado muchas veces de este tema, pero es que es superable a mí.
Algunos dicen que Septiembre es parecido a Enero, un nuevo empezar, unos nuevos deseos, promesas, que son las mismas cada año, y que sabes que nunca se van a realizar, pero echando la vista atrás, a los ocho meses anteriores, intentado completar lo que nunca has empezado.
Septiembre es la época que vuelves al trabajo (afortunados quienes los tenga), que se regresa a los estudios, que dejas el tiempo libre, dejas de ir a la piscina, deja la playa, posiblemente dejas a un amor de verano (o dejabas), a nuevos amigos, a nueva gente que has descubierto y que algunos de ellos formaran parte de tu vida. Es como un nuevo renacer, es como una segunda oportunidad en el año, pero mucho deja de desear, al menos para mí, este odioso mes.
El 1 de septiembre nunca me gustó. Esté donde éste (los últimos años en Sidney), me pone triste, me pone de mal humor, me irrita, me trastorna, me trastoca, y haga lo que haga, esté con quien esté, es un día que me agobia. Siempre me digo el 31 de agosto que mañana no pensaré, como si se pudiera hacer y desconectare un poco del mundo, trabajaré con más ganas, con más energías, para superar el dichoso 1 de septiembre; para mí no equivale al 1 de enero, porque normalmente el uno de enero estás de resaca y no piensas en lo que dejas atrás, en lo que has podido dejar, hacer, etcétera, pero el 1 de septiembre es, para mí, como si comenzara el otoño, como si las hojas fueran a caer todas ese día, es como si no tuviera ganas de nada, como si no fuera a conocer más el amor, como si no fuera a volver a ver a la gente que quiero, es como si el mundo se me parara y mi mente viajara a tiempos remotos, a tiempos que no tienen sentido... es como si cada hoja que fuera a caer, se rompiera un pedacito de mi corazón.
Pero ese día pasa y septiembre avanza; me olvido un poco de esa tristeza y el sol resurge como si fuera puro verano; respiro de nuevo, las hojas están en su sitio, mi vida esta controlada, los sentimientos están seguros, mi corazón está entero, mi gente me oye, me ve, pero cuando ves que ya amanece más tarde, que la noche llega antes, que la gente va algo más abrigada, que el otoño se va acercando, que octubre está a la vuelta de la esquina, mi corazón se vuelve a encoger, y mis pensamientos están con ella. Las lágrimas están a punto de brotar, y la canción "answer" me vuelve acompañar.
17 de septiembre ha sido un día de esos raros, que te toca vivir, sin desear que llegue, pero que sabes que va a llegar; un día raro, de pasar de la pura euforia, a una tristeza, casi sin reconocer que se trata de ésta. Sabes que el tercer aniversario, realmente no sé si se le puede llamar así, va a llegar y que el otoño, la estación que menos me gusta, excepto cuando estoy en Nueva York, que allí parece otra cosa, se acerca, y estás de una mala leche casi irreconocible para la gente que a penas te conoce, pero que sabe que algo te pasa, pero que obvias el tema y entonces se me va un poco la cabeza (siempre he dicho que esa locura es sana), pero en estos momentos es triste. Esa tristeza, que tal como llega, desaparece, que con unas lágrimas, con una copa en la mano, una canción, una charla, unas risas tontas, un tonteo con un desconocido, incluso con la propia masturbación o la necesidad de que te reconozcan, se va. Desaparece por completo, sabiendo que volverá aparecer en cualquier momento, ya que sin empezar el otoño, se te va hacer largo.
Hoy he tenido ese día, raro, casi estúpido, irritable, gamberro, loco, solitario, y aquí estoy escribiendo la entrada, sabiendo que me va a desahogar, que las palabras que van saliendo del alma, se transformara en un alivio, quizás pasajero, quizás cubra las primera heridas, que surgirán un día u otro. Te dejas llevar y vas hablando con desconocidos, como si no lo fueran, y casi todo o algunas cosas te pueden sentar mal, pero no las evitas, porque necesitas ser reconocido, que te digan cosas agradables, casi sin quererlas oír, pero que te alivia, como el beso que nos daba nuestras madres en las heridas de la rodilla, que con la inocencia, creía que te curaban, y de grandes sabes que no es cierto, pero que con tu hijo, sobrino, primico, lo haces, porque sabes que a ti te aliviaba; y esas palabras que los extraños te dedican, te hace sentir bien, pero mal a la vez, porque sabes que no todas son ciertas, sabes que no todas son de verdad, y la barrera que tienes, la haces más fuerte, la construyes con buenos cimientos, porque no quieres resultar herido, pero las necesitas, porque todos somos humanos, y nos gusta oír cosas agradables. A veces, inconscientemente dices algo gracioso, para que se rían, o escribes algo para que lo lean, aunque en el fondo te da casi igual, y se mezcla con la necesidad, con el apoyo real.
Hoy le hubiera llamado, pero no lo he hecho, eso es buena señal, porque ya no le necesito. He pensado como estará, he pensado que estará haciendo, si hablará aún de mí, pero esos pensamientos se me fueron de la cabeza, porque era mejor así. No saber más. Bastante daño le hecho ya; hablando con un buen amigo, para mí lo es, con mi moreno, me di cuenta que he sido más cabrón de lo que yo me pensaba, y que yo también desaparecía y aparecía, sin más, solo porque sabía que tenía ese poder sobre la persona que más he amado; sabía que si le llamaba venía a mí, sabía que si le volvía a dejar de hablar, y le escribía un mensaje, volvía a tenerle en mi vida. Pero la decisión de que eso acabara fue mía, eso sí, antes le puteé una vez más, pero eso no lo voy a explicar, algo tiene que formar parte de mi intimidad. En ese momento me sentó bien, como un triunfo, pero hablando con mi moreno, me he dado cuenta que no.... hasta ahí puedo leer.
Son la 1:01 del día 18 de Septiembre, y hoy no sé que me va a deparar el día, solo deseo que Septiembre se acabe ya, pero no sé si es peor que llegue los primeros días de Octubre, mes que hará tres años que mi madre falleció (mi padre lo hizo en marzo), pero bueno, eso ya lo sabéis, y la verdad que no tengo ganas de hablar más del asunto.
Hoy intentaré pensar en el "hilo rojo", que a todos nos unen, y pasaremos hoja al día de ayer.
Sin más me despido hasta la próxima. Besotazos de mi marca.
Algunos dicen que Septiembre es parecido a Enero, un nuevo empezar, unos nuevos deseos, promesas, que son las mismas cada año, y que sabes que nunca se van a realizar, pero echando la vista atrás, a los ocho meses anteriores, intentado completar lo que nunca has empezado.
Septiembre es la época que vuelves al trabajo (afortunados quienes los tenga), que se regresa a los estudios, que dejas el tiempo libre, dejas de ir a la piscina, deja la playa, posiblemente dejas a un amor de verano (o dejabas), a nuevos amigos, a nueva gente que has descubierto y que algunos de ellos formaran parte de tu vida. Es como un nuevo renacer, es como una segunda oportunidad en el año, pero mucho deja de desear, al menos para mí, este odioso mes.
El 1 de septiembre nunca me gustó. Esté donde éste (los últimos años en Sidney), me pone triste, me pone de mal humor, me irrita, me trastorna, me trastoca, y haga lo que haga, esté con quien esté, es un día que me agobia. Siempre me digo el 31 de agosto que mañana no pensaré, como si se pudiera hacer y desconectare un poco del mundo, trabajaré con más ganas, con más energías, para superar el dichoso 1 de septiembre; para mí no equivale al 1 de enero, porque normalmente el uno de enero estás de resaca y no piensas en lo que dejas atrás, en lo que has podido dejar, hacer, etcétera, pero el 1 de septiembre es, para mí, como si comenzara el otoño, como si las hojas fueran a caer todas ese día, es como si no tuviera ganas de nada, como si no fuera a conocer más el amor, como si no fuera a volver a ver a la gente que quiero, es como si el mundo se me parara y mi mente viajara a tiempos remotos, a tiempos que no tienen sentido... es como si cada hoja que fuera a caer, se rompiera un pedacito de mi corazón.
Pero ese día pasa y septiembre avanza; me olvido un poco de esa tristeza y el sol resurge como si fuera puro verano; respiro de nuevo, las hojas están en su sitio, mi vida esta controlada, los sentimientos están seguros, mi corazón está entero, mi gente me oye, me ve, pero cuando ves que ya amanece más tarde, que la noche llega antes, que la gente va algo más abrigada, que el otoño se va acercando, que octubre está a la vuelta de la esquina, mi corazón se vuelve a encoger, y mis pensamientos están con ella. Las lágrimas están a punto de brotar, y la canción "answer" me vuelve acompañar.
17 de septiembre ha sido un día de esos raros, que te toca vivir, sin desear que llegue, pero que sabes que va a llegar; un día raro, de pasar de la pura euforia, a una tristeza, casi sin reconocer que se trata de ésta. Sabes que el tercer aniversario, realmente no sé si se le puede llamar así, va a llegar y que el otoño, la estación que menos me gusta, excepto cuando estoy en Nueva York, que allí parece otra cosa, se acerca, y estás de una mala leche casi irreconocible para la gente que a penas te conoce, pero que sabe que algo te pasa, pero que obvias el tema y entonces se me va un poco la cabeza (siempre he dicho que esa locura es sana), pero en estos momentos es triste. Esa tristeza, que tal como llega, desaparece, que con unas lágrimas, con una copa en la mano, una canción, una charla, unas risas tontas, un tonteo con un desconocido, incluso con la propia masturbación o la necesidad de que te reconozcan, se va. Desaparece por completo, sabiendo que volverá aparecer en cualquier momento, ya que sin empezar el otoño, se te va hacer largo.
Hoy he tenido ese día, raro, casi estúpido, irritable, gamberro, loco, solitario, y aquí estoy escribiendo la entrada, sabiendo que me va a desahogar, que las palabras que van saliendo del alma, se transformara en un alivio, quizás pasajero, quizás cubra las primera heridas, que surgirán un día u otro. Te dejas llevar y vas hablando con desconocidos, como si no lo fueran, y casi todo o algunas cosas te pueden sentar mal, pero no las evitas, porque necesitas ser reconocido, que te digan cosas agradables, casi sin quererlas oír, pero que te alivia, como el beso que nos daba nuestras madres en las heridas de la rodilla, que con la inocencia, creía que te curaban, y de grandes sabes que no es cierto, pero que con tu hijo, sobrino, primico, lo haces, porque sabes que a ti te aliviaba; y esas palabras que los extraños te dedican, te hace sentir bien, pero mal a la vez, porque sabes que no todas son ciertas, sabes que no todas son de verdad, y la barrera que tienes, la haces más fuerte, la construyes con buenos cimientos, porque no quieres resultar herido, pero las necesitas, porque todos somos humanos, y nos gusta oír cosas agradables. A veces, inconscientemente dices algo gracioso, para que se rían, o escribes algo para que lo lean, aunque en el fondo te da casi igual, y se mezcla con la necesidad, con el apoyo real.
Hoy le hubiera llamado, pero no lo he hecho, eso es buena señal, porque ya no le necesito. He pensado como estará, he pensado que estará haciendo, si hablará aún de mí, pero esos pensamientos se me fueron de la cabeza, porque era mejor así. No saber más. Bastante daño le hecho ya; hablando con un buen amigo, para mí lo es, con mi moreno, me di cuenta que he sido más cabrón de lo que yo me pensaba, y que yo también desaparecía y aparecía, sin más, solo porque sabía que tenía ese poder sobre la persona que más he amado; sabía que si le llamaba venía a mí, sabía que si le volvía a dejar de hablar, y le escribía un mensaje, volvía a tenerle en mi vida. Pero la decisión de que eso acabara fue mía, eso sí, antes le puteé una vez más, pero eso no lo voy a explicar, algo tiene que formar parte de mi intimidad. En ese momento me sentó bien, como un triunfo, pero hablando con mi moreno, me he dado cuenta que no.... hasta ahí puedo leer.
Son la 1:01 del día 18 de Septiembre, y hoy no sé que me va a deparar el día, solo deseo que Septiembre se acabe ya, pero no sé si es peor que llegue los primeros días de Octubre, mes que hará tres años que mi madre falleció (mi padre lo hizo en marzo), pero bueno, eso ya lo sabéis, y la verdad que no tengo ganas de hablar más del asunto.
Hoy intentaré pensar en el "hilo rojo", que a todos nos unen, y pasaremos hoja al día de ayer.
Sin más me despido hasta la próxima. Besotazos de mi marca.
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