Tarde calurosa en Madrid. Mis peques están con los abuelos en San Juan y estoy solo en casa . El aire acondicionado al máximo, ya que las temperaturas son muy altas. Estoy desnudo, el gayumbo ya me sobraba. La mayoría de mis amigos están de vacaciones, algunos quedan por Madrid. No tenía ningún plan, así que, decidí llamar a mi colega, para ver si nos íbamos a refrescarnos a la piscina. Él y los demás, aceptaron de inmediato, así que, preparé una pequeña mochila, el bañador y demás y con mi coche nos fuimos a la piscina. No suelo ir, pero esa tarde me apetecía bastante.
Antes de entrar, contemos las cervezas que teníamos, para que nos nos faltara; compremos algunos aperitivos y una vez listos, entremos. Por la hora que era, no había mucha gente, o a mi me lo pareció. Entremos en el vestuario, para ponernos los bañadores y mear. Me la sacudo, mientras mi colega se reía, diciéndome que no me la sacudiera tan fuerte, que se iba a poner morcillona y que iba a salir marcando paquete, más de lo habitual, ya sabéis porque lo digo. No utilizo bañador tipo slip, porque casi ninguno me queda bien, ya que voy marcando más de la cuenta o se me sale por algún lado. Así que normalmente utilizo un bañador, tipo pantalón corto, con forro negro, que según la posición del rabo, marca más o menos, supongo que vosotros me entendeís. Así que, una vez me lavo las manos, me coloco el rabo y demás tonterías entre colegas, buscamos un sitio en la sombra. Nos tomamos la primera cerveza, me enciendo un cigarro; hablamos de nuestras cosas, de las próximas vacaciones, y como no, de sexo, tema estrella entre la mayoría de grupos de amigos.
Decido darme una ducha e irme a bañarme; uno de ellos me acompaña. Nos damos un buen chapuzón y nadamos un rato. Nos divertimos como niños. Salimos del agua, a por otra cerveza, otro piti y más conversaciones. Me lo estoy pasando de puta madre con mis colegas y la tarde pasa volando.
Casi a la hora de cerrar, me voy para el vestuario a darme una ducha y a cambiarme. Voy el primero, mientras mis colegas se terminan sus últimas cervezas. En el vestuario no hay mucha gente. Uno de los que había, más joven que yo, esta con una toalla y mirando su móvil. Está buenote. Al pasar por su lado, me mira y sonríe y sigue escribiendo en su móvil. Me mira de reojo, y cuando me quito el bañador, secándome con la toalla por mis pelotas y rabo, noto su mirada en mí. Esta es la mía, pensé, volviendo a secar mi rabo; está morcillona y él ya no disimula. Yo tampoco. Me toco, mirándole con cara de cabrón, con un pequeño gesto, le digo que me siga. Me voy hacía un lavabo, como si fuera a mear, y él se pone al lado. La tengo dura; con cara de deseo, se empieza a pajear. Le digo que mejor nos vayamos a un lavabo con puerta, para poder encerrarnos, para que nadie nos cortara el rollo. Nos encerramos en el lavabo. Le obligo agacharse, y se la meto en la boca. Empieza a chuparla, estirandome los huevos. Le follo la boca, obligándole atragantarse, le dan arcadas y me dice mirándome a la cara, que nunca había visto un pollón como el mio, en tamaño y bonita. Casi sin respirar, sigue tragando mi cipote, mientras mis pelotas chocan en su barbilla. Me la huele, la disfruta, se mete los huevos en la boca, juega con ellos, los chupa, y su mano no para de menear mi rabo. Luego sigue con la mamada, mientras su mano libre, esta meneando la suya.
Estamos un buen rato; le tiro unos lapos en la boca, luego nos besamos; pongo su polla con la suya, tiramos los dos unos lapos y nos la meneamos, mientras nuestras lenguas juegan a encontrarse. Es brutal lo cachondo que estoy, bueno que estamos. Con la toalla enrollada en la cintura, sin disimular mi erección, voy a mi mochila para buscar un preservativo. Me lo llevo donde estábamos y él me lo pone. Mi cipote no ha bajado su dureza, así que, juego un rato con su culo, comiéndoselo y ensalivando. Le meto un par de dedos. Está en pompa, y si casi sin avisar, le meto el cipote entero; gime, casi con dolor. Le tapo la boca y voy marcando el ritmo, acelerando y desacelerando, marcando yo el ritmo de la follada. Está tan caliente, que cuando embisto con rabia, sus gemidos son de puro placer. Se esta pajeando mientras. Antes de hacerle correr, me siento en el lavabo, y se pone encima de mi rabo, mirándonos las caras y besandonos; cabalga como un buen pasivo, y su rabo semi duro, rebota casi en mi cuerpo. Estoy disfrutando mucho, y no sé cuanto rato llevamos; perdemos un poco la noción del tiempo; me vuelvo a poner de pie, y él con una mano en la pared y levantando un poco la pierna, le follo a saco, subiendo el ritmo sin parar; primero se corre él, luego me quito el preservativo y le lefo la cara. Le restriego el cipote, y me lo limpia.
Me doy una ducha, me cambio y salgo del vestuario. Mis colegas estaban ya esperándome y con el dedo señalando el reloj, como diciéndome que cojones estaba haciendo. No hacia falta que yo les respondiera, mi cara de satisfacción lo decía todo, aunque en el coche se lo confirmé, que acababa de follar.
Casi a la hora de cerrar, me voy para el vestuario a darme una ducha y a cambiarme. Voy el primero, mientras mis colegas se terminan sus últimas cervezas. En el vestuario no hay mucha gente. Uno de los que había, más joven que yo, esta con una toalla y mirando su móvil. Está buenote. Al pasar por su lado, me mira y sonríe y sigue escribiendo en su móvil. Me mira de reojo, y cuando me quito el bañador, secándome con la toalla por mis pelotas y rabo, noto su mirada en mí. Esta es la mía, pensé, volviendo a secar mi rabo; está morcillona y él ya no disimula. Yo tampoco. Me toco, mirándole con cara de cabrón, con un pequeño gesto, le digo que me siga. Me voy hacía un lavabo, como si fuera a mear, y él se pone al lado. La tengo dura; con cara de deseo, se empieza a pajear. Le digo que mejor nos vayamos a un lavabo con puerta, para poder encerrarnos, para que nadie nos cortara el rollo. Nos encerramos en el lavabo. Le obligo agacharse, y se la meto en la boca. Empieza a chuparla, estirandome los huevos. Le follo la boca, obligándole atragantarse, le dan arcadas y me dice mirándome a la cara, que nunca había visto un pollón como el mio, en tamaño y bonita. Casi sin respirar, sigue tragando mi cipote, mientras mis pelotas chocan en su barbilla. Me la huele, la disfruta, se mete los huevos en la boca, juega con ellos, los chupa, y su mano no para de menear mi rabo. Luego sigue con la mamada, mientras su mano libre, esta meneando la suya.
Estamos un buen rato; le tiro unos lapos en la boca, luego nos besamos; pongo su polla con la suya, tiramos los dos unos lapos y nos la meneamos, mientras nuestras lenguas juegan a encontrarse. Es brutal lo cachondo que estoy, bueno que estamos. Con la toalla enrollada en la cintura, sin disimular mi erección, voy a mi mochila para buscar un preservativo. Me lo llevo donde estábamos y él me lo pone. Mi cipote no ha bajado su dureza, así que, juego un rato con su culo, comiéndoselo y ensalivando. Le meto un par de dedos. Está en pompa, y si casi sin avisar, le meto el cipote entero; gime, casi con dolor. Le tapo la boca y voy marcando el ritmo, acelerando y desacelerando, marcando yo el ritmo de la follada. Está tan caliente, que cuando embisto con rabia, sus gemidos son de puro placer. Se esta pajeando mientras. Antes de hacerle correr, me siento en el lavabo, y se pone encima de mi rabo, mirándonos las caras y besandonos; cabalga como un buen pasivo, y su rabo semi duro, rebota casi en mi cuerpo. Estoy disfrutando mucho, y no sé cuanto rato llevamos; perdemos un poco la noción del tiempo; me vuelvo a poner de pie, y él con una mano en la pared y levantando un poco la pierna, le follo a saco, subiendo el ritmo sin parar; primero se corre él, luego me quito el preservativo y le lefo la cara. Le restriego el cipote, y me lo limpia.
Me doy una ducha, me cambio y salgo del vestuario. Mis colegas estaban ya esperándome y con el dedo señalando el reloj, como diciéndome que cojones estaba haciendo. No hacia falta que yo les respondiera, mi cara de satisfacción lo decía todo, aunque en el coche se lo confirmé, que acababa de follar.