miércoles, 29 de abril de 2020

MINI RELATO ERÓTICO X

Tarde calurosa en Madrid. Mis peques están con los abuelos en San Juan y estoy solo en casa . El aire acondicionado al máximo, ya que las temperaturas son muy altas. Estoy desnudo, el gayumbo ya me sobraba. La mayoría de mis amigos están de vacaciones, algunos quedan por Madrid. No tenía ningún plan, así que, decidí llamar a mi colega, para ver si nos íbamos a refrescarnos a la piscina. Él y los demás, aceptaron de inmediato, así que, preparé una pequeña mochila, el bañador y demás y con  mi coche nos fuimos a la piscina. No suelo ir, pero esa tarde me apetecía bastante.

Antes de entrar, contemos las cervezas que teníamos, para que nos nos faltara; compremos algunos aperitivos y una vez listos, entremos. Por la hora que era, no había mucha gente, o a mi me lo pareció. Entremos en el vestuario, para ponernos los bañadores y mear. Me la sacudo, mientras mi colega se reía, diciéndome que no me la sacudiera tan fuerte, que se iba a poner morcillona y que iba a salir marcando paquete, más de lo habitual, ya sabéis porque lo digo. No utilizo bañador tipo slip, porque casi ninguno me queda bien, ya que voy marcando más de la cuenta o se me sale por algún lado. Así que normalmente utilizo un bañador, tipo pantalón corto, con forro negro, que según la posición del rabo, marca más o menos, supongo que vosotros me entendeís. Así que, una vez me lavo las manos, me coloco el rabo y demás tonterías entre colegas, buscamos un sitio en la sombra. Nos tomamos la primera cerveza, me enciendo un cigarro; hablamos de nuestras cosas, de las próximas vacaciones, y como no, de sexo, tema estrella entre la mayoría de grupos de amigos.

Decido darme una ducha e irme a bañarme; uno de ellos me acompaña. Nos damos un buen chapuzón y nadamos un rato. Nos divertimos como niños. Salimos del agua, a por otra cerveza, otro piti y más conversaciones. Me lo estoy pasando de puta madre con mis colegas y la tarde pasa volando.


Casi a la hora de cerrar, me voy para el vestuario a darme una ducha y a cambiarme. Voy el primero, mientras mis colegas se terminan sus últimas cervezas. En el vestuario no hay mucha gente. Uno de los que había, más joven que yo, esta con una toalla y mirando su móvil. Está buenote. Al pasar por su lado, me mira y sonríe y sigue escribiendo en su móvil. Me mira de reojo, y cuando me quito el bañador, secándome con la toalla por mis pelotas y rabo, noto su mirada en mí. Esta es la mía, pensé, volviendo a secar mi rabo; está morcillona y él ya no disimula. Yo tampoco. Me toco, mirándole con cara de cabrón, con un pequeño gesto, le digo que me siga. Me voy hacía un lavabo, como si fuera a mear, y él se pone al lado. La tengo dura; con cara de deseo, se empieza a pajear. Le digo que mejor nos vayamos a un lavabo con puerta, para poder encerrarnos, para que nadie nos cortara el rollo. Nos encerramos en el lavabo. Le obligo agacharse, y se la meto en la boca. Empieza a chuparla, estirandome los huevos. Le follo la boca, obligándole atragantarse, le dan arcadas y me dice mirándome a la cara, que nunca había visto un pollón como el mio, en tamaño y bonita. Casi sin respirar, sigue tragando mi cipote, mientras mis pelotas chocan en su barbilla. Me la huele, la disfruta, se mete los huevos en la boca, juega con ellos, los chupa, y su mano no para de menear mi rabo. Luego sigue con la mamada, mientras su mano libre, esta meneando la suya.


Estamos un buen rato; le tiro unos lapos en la boca, luego nos besamos; pongo su polla con la suya, tiramos los dos unos lapos y nos la meneamos, mientras nuestras lenguas juegan a encontrarse. Es brutal lo cachondo que estoy, bueno que estamos. Con la toalla enrollada en la cintura, sin disimular mi erección, voy a mi mochila para buscar un preservativo. Me lo llevo donde estábamos y él me lo pone. Mi cipote no ha bajado su dureza, así que, juego un rato con su culo, comiéndoselo y ensalivando. Le meto un par de dedos. Está en pompa, y si casi sin avisar, le meto el cipote entero; gime, casi con dolor. Le tapo la boca y voy marcando el ritmo, acelerando y desacelerando, marcando yo el ritmo de la follada. Está tan caliente, que cuando embisto con rabia, sus gemidos son de puro placer. Se esta pajeando mientras. Antes de hacerle correr, me siento en el lavabo, y se pone encima de mi rabo, mirándonos las caras y besandonos; cabalga como un buen pasivo, y su rabo semi duro, rebota casi en mi cuerpo. Estoy disfrutando mucho, y no sé cuanto rato llevamos; perdemos un poco la noción del tiempo; me vuelvo a poner de pie, y él con una mano en la pared y levantando un poco la pierna, le follo a saco, subiendo el ritmo sin parar; primero se corre él, luego me quito el preservativo y le lefo la cara. Le restriego el cipote, y me lo limpia.


Me doy una ducha, me cambio y salgo del vestuario. Mis colegas estaban ya esperándome y con el dedo señalando el reloj, como diciéndome que cojones estaba haciendo. No hacia falta que yo les respondiera, mi cara de satisfacción lo decía todo, aunque en el coche se lo confirmé, que acababa de follar.

viernes, 17 de abril de 2020

MINI RELATO ERÓTICO IX

Me encontraba de nuevo en Nueva York por mi trabajo, y el primer fin de semana, salimos a cenar un grupo de amigos; primero nos fuimos a tomar unas copas de vino, y luego me llevaron al barrio italiano, a un restaurante, que llevaba muy poco tiempo abierto; como ellos saben que me chifla la pasta y conocen a uno de los dueños, no tuvimos problemas en tener reserva. La cena fue espectacular y el postre increíble. Tras pagar la cuenta, entre todos, nos marchemos a tomar unas copas y mi pensamiento era, que tras tomarme un par de ellas, regresaría para mi loft, ya que no quería trasnochar; pero tras la segunda copa, llegó una tercera, diciéndome a mí mismo que iba a ser la última. Pero no fue así, ya que al final me convencieron, por decirlo de alguna manera, que debíamos de ir todos al local del marido de uno de mis mejores amigos, que residen allí desde ya hace unos años. Yo todavía no había ido, pero como iba a estar bastante tiempo por la ciudad, me pareció que había tiempo de sobra, y que tampoco lo iba a dar todo en mi primer fin de semana.


Pues menos mal que les hice caso, porque aquella noche conocí a una pelirroja espectacular. Estábamos bailando, y haciendo el ganso, cuando uno de mis colegas, me comentó que una de las mujeres de un pequeño grupo que teníamos cerca, no me quitaba ojo. Llevaba un vestido negro, que le quedaba a la perfección; un cuerpo espectacular, una melena pelirroja, una silueta como si la hubieran dibujado y un buen par de tetas (que luego al tocarlas, chuparlas, supe que eran naturales) y aunque no las hubieran sido, hubiera actuado igual. Pues no me lo pensé dos veces y me acerqué a ella, la pregunté el nombre, nos miremos fijamente y ambos ya supimos que íbamos a follar. No hablemos mucho más, tampoco nos hacía falta, así que nos besemos, y mis manos fueron a sus tetas casi de forma automática, y la suya a mi paquete, que ya endurecido, se llevo una grata sorpresa: recuerdo bien sus palabras en español: tienes un gran pollon. Simplemente sonreí, asentí pícaramente y le dije que me gustaba mucho su acento norteamericano.


Me despedí de mis colegas, ella de sus amigas y nos fuimos directamente a mi loft; nos montemos en un taxi, y como casi fuéramos adolescentes, nos dimos el lote, pero tampoco sin montar el espectaculo.


Pues ya en mi loft, me comí sus pechos con muchisimas ganas; que bonitos, que perfectos, que sabor... quería disfrutarlos; vamos que si los disfruté. Luego pasé a sus labios, dándoles pequeños mordiscos, mientras le manoseaba bien; luego pasé a su coñito, bien rico, y me lo comí enterito. La hice disfrutar. Ella no se quedó atrás, deseando quitarme el pantalón; no la había dejado, porque quería que se impacientara, aunque mi rabo respiraba bien dentro del pantalón y estaba algo incomodo con la erección, pero lo hice aposta. Cuando terminé de hacerla gozar, ella me hizo gozar a mi; ya no llevaba la camisa, así que, palpando por encima del pantalón, no esperó más, me los quitó y por encima del gayumbo, me sobaba bien el cipote. Me gustaba ver sus caras, me gustaba sentir sus manos en mi paquete; me los quitó, se puso de rodillas y empezó a comérsela. ¡Buah!, menuda mamada me hizo, como me estiraba los huevos, como si me conociera anteriormente; se la metía en la boca con mucho gusto, y fue cuando me dijo: nunca había visto un gran pedazo de rabo como el mio y que aparte de grande, era bonito. La sonreí y la cogí de la cabeza, para seguir follandola la boca. Le di buenos pollazos, tanto en su cara, como en sus dos tetas, y ya bastante más encabronado, hiper cerdo, la cogí en brazos para llevarla a la habitación.


Una vez en la cama, hicimos un buen 69; jugaba con sus labios inferiores, con su clítoris, mientras ella jugaba con mis pelotas, estirandolas, chupandolas, oliendo mi rabo, mamandolo... luego se puso encima, cabalgandome, mirándonos, viendo sus tetas rebotar, dejándome llevar, para luego llevar yo las riendas. Me cabalgó, luego, haciendo la cucharilla se la metí, tanto por el culo, como por su coño y tras disfrutar durante un largo periodo de preliminares, de folleteo del bueno, me pidió que me corriera en su cara. Me quite el condon y me corrí en sus pechos; una gran lefada, que ella gozó, chupandoselos, y jugando con mi lefa, sin pensarselo, se levantó y me besó. Esa me volvió a encabritar, y poniéndome un nuevo condón, la puse a cuatro patas, y me la folle a saco. Me volví a correr, ella también. Hubo un tercer polvo en la ducha y tras fumarnos un cigarro, nos despedimos sin intercambiarnos los números de teléfonos.


Unas semanas más tarde, de aquellos polvos épicos, que más de una vez me hice unos buenos pajotes recordandolos, sintiendo mi lefa por mi cuerpo, echándola en el suelo, en mis manos, vamos unas buenas lefadas pensando en ella, limpiandome el rabo como si lo hiciera ella... solo de pensalo empalmo. Pues bien, tras ese tiempo transcurrido, y una vez más, queda demostrado que el mundo es un pañuelo, coincidimos en uno de los trabajos de publicidad. Cuando la conocí, como ya bien he contado, apenas hablemos, y menos de nuestros trabajos, ni tan siquiera me preguntó que hacía en Nueva York, pensando seguramente que yo estaría de vacaciones; yo tampoco le pregunté a ella, y ni tan siquiera nos intercambiemos los números... aunque tras este reencuentro si:


Imaginaros una sala de reunión de cristal, la que habéis visto en muchas películas; yo estoy hablando, intercambiando ideas, y de reojo, veo un cuerpazo pasar, con un vestido rojo, unos buenos tacones... y sin saber muy bien si era ella o no, hasta que entró en la sala donde nosotros estábamos. Nos miremos, una gran carcajada, y ahí fue cuando nos preguntemos casi a la vez, que hacíamos ahí. Tras la reunión, nos fuimos a tomar un café y empecemos hablar, ya más temas personales, laborales, vamos una charla, en mi caso con un té rojo y ella una taza de café. Pero tras la charla, quedemos para cenar, luego follar, luego hablar, luego follar y así empecemos a tener una bonita amistad, convirtiéndose en una buena folla-amiga; aquella no fue nuestra única colaboración, sino después hubo más y si ella necesitaba un publicista, pues me llamaba, y viceversa. Y los días, tardes, noches, madrugadas, fin de semanas de buen sexo, se enriqueció.


A día de hoy perdura. 









martes, 14 de abril de 2020

MINI RELATO ERÓTICO (VIII)

Tenía claro que uno de mis vecinos me estaba viendo desnudo en mi terraza. A mí como siempre me daba igual, ya que en más de una ocasión he abierto la puerta en gayumbos. No tengo ningún tipo de vergüenza y es más, pienso quien la tiene, es quien esta al otro lado de la puerta.

En principio no iba hacer nada; estaba tomando el sol y si es verdad que de vez en cuando me tocaba las pelotas y el rabo, pero como un gesto normal y no provocativo. No sé si él pensó lo mismo, porque se cambio de lado, más a la esquina de su balcón, como más directo a mí. Tengo que reconocer que eso me excitó, así que, con el pitillo en la boca, me agarré el nabo: empezó a crecer en mi mano, respirando, sintiendo el calor que desprendía y empecé a pajearme. Primero despacio, y poco a poco subiendo el ritmo, agarrandome también mis pelotas. Subí cada vez más el ritmo, agarrandome mi pollon con las dos manos, pero dejándole ver mis centimetros bien duros. Me ensalivaba los dedos, y lo pasaba por mi capullo. Él empezó a tocarse y cuando le ví que iba a empezar a pajearse, me metí para mi salón: no me había corrido, pero sentí la necesidad de dejarle así, con las ganas; eso sí, me recreé un poco antes de entrar: primero me puse de pie, estirando los brazos hacía arriba, para que viera bien mis huevos y mi pollon bien duro. Con todo mi esplendor, me lo escupí, me la acaricie con ganas y fue cuando entré para el salón. Allí a dentro acabe mi pajote, corriendome en el suelo, soltando lefa donde cayera, sabiendo que él vecino se había quedado con las ganas de verlo y supongo que le dejaría la paja a medias o quizás hizo como yo y entró a su salón.

Me limpié el cipote, recogí el lefote del suelo, con un trapo de una camiseta vieja, para que se quedará pegado allí, para luego poder fregar el suelo. No volví a salir a mi terraza en toda la tarde.

Y como el mundo es un pañuelo y el barrio está lleno de cotillas, supongo como en otro cualquier barrio (por cierto me mudé y ya no resido en ese barrio), me enteré que él me había criticado, más o menos diciendo que soy un sinvergüenza, que si soy un cerdo por andar desnudo, claro saltándose la parte de que él me estaba mirando mientras se tocaba su paquete... quise darle como un pequeño escarmiento, digámoslo así, que a la vez placentero para mí. Tengo un buen folla-amigo, que tiene menos vergüenza que yo, que sabía que no le iba a importar, que una tarde, se viniera a casa a que le follara a saco, como a él le gusta y darle buenos pollazos, de los que suelo dar; dicho y hecho, una tarde salimos los dos en gayumbos a la terraza, con una buena cerveza, bien frío y algo de picoteo. Nos pusimos a charlar, a darles unas caladas de aquel porrete tan bueno, unas risas, otra cerveza, hasta que aquel vecino, se asomó de nuevo a su balcón e utilizando la misma estrategia, estaba mirando de nuevo hacía mi terraza. Me levanté, y tocándome el paquete, como colocándolo, aparte más el toldo, para que pudiera vernos más.

Me bajé el gayumbo y con un breve gesto, mi colega se acercó, arrodillado y empezó a mamar mi cipote. Le daba pollazos por la cara, oliendo mi cipote, sintiendo mis pelotas en su cara; tragaba como si no hubiera un mañana. El vecino no quitaba ojo y el efecto que quería conseguir estaba ya conseguido. 

Mi colega no paraba de mamar, de recibir, y entonces me trabajé su culo, bien ensalivado, pero antes, algo que me vuelve loco. Poner polla con polla, unos lapos, muerdos en labios y menenarlas juntas. Un verdadero placer, que al vecino parecía gustarle, y en efecto, una vez más, le dejé con la miel en los labios, no antes, sacandole el dedo corazón, para que se sintiera más aún por aludido.

Mi colega y yo, nos fuimos para dentro, para seguir con nuestra fiesta. Me senté en el sofá, me encendí un cigarro y él siguió trabajando mi rabo. Menuda comida me estaba haciendo, jugando con mis huevos, sintiendo su boca por todo mi cipote, pelotas, y mientras me miraba con ansias de ser penetrado por mi pollon. Luego mi turno, jugar con su culo, comiéndoselo, metiendo los dedos, uno primero, luego los dos, hasta que me pide que le folle más. Antes unos buenos morreos, intercambiando nuestros sabores; le puse a cuatro patas, me puse el condón y empecé a metérsela poco a poco, ya sabeís, subiendo el ritmo en cada embestida, hasta metérsela entera, dándole golpes con mis huevos en  sus nalgas, subo el ritmo en plan bestia, con mi cara de cabronazo y él grita de puro placer.

Me saco el nabo, me quito el condón, empieza a comerme los huevos, le pongo mi cipote en su cara, la huele de nuevo, le tiro unos lapos, me come más los cojones, me la empiezo a menear, él también, calor, placer hasta que suelto el lefazo en su cara, por su barbita, y le restriego el rabo, para que vuelva a tragar, me la limpie, se la vuelva a restregar y después poder besarnos; con su corrida por los dedos, la mezcla casi con la mía, nos morreamos, mientras él no suelta mi pollon, que aún endurecido, la coge con sumo placer. Se agacha y le da el último repaso. La verdad que él y yo sexualmente nos comprenetamos de puta madre, y es buen colega. Así que, le dejo que repase, para luego darnos una ducha juntos, y seguir hablando de nuestras cosas, con una buena cena, un buen vino, para luego tener otros encuentros entre nosotros, incluso hemos estado juntos en orgías, en tríos, cuartetos, tío y tía, un buen folla-amigo, vamos creo que se entiende bastante bien.


A los dos días, me cruzó con el vecino y le digo bien clarito que si le gusta lo que ve, que ya sabe, que se pase un día por casa y quizás le deje probar mi pollon, pero que se muerda la lengua y si cuenta todo, que lo cuente bien. No me dijo nada, pero si su mirada, que decía bien claro ¡SI!









viernes, 22 de septiembre de 2017

MINI TELATO ERÓTICO (VII)

He salido de trabajar alrededor de las ocho de la tarde, y hace algo de frío. Decido regresar a mi ático en metro. Me pongo mis cascos, mi música preferida y me dirijo hacia la estación. Meto mi mano en el bolsillo de la chaqueta y saco un cigarrillo. Lo enciendo y vuelvo a meter la mano. Le doy un par de caladas intensas, como si me fuera a relajar. No fumo mucho, unos cinco o seis cigarrillos diarios, y aunque alguna vez si pensé en dejar de fumar, al final, decidí continuar. A veces fumo menos y el fin de semana, pues quizás algo más; lo bueno, es que como no se puede fumar ya en muchos sitios, pues no siento la necesidad de salir del local, fumar y volver a entrar cada dos por tres, como si lo tuviera controlado. 

Estoy llegando a la estación y no encuentro la tarjeta, así que echó mano de mis monedas y me saco un billete sencillo. Me cuesta 1,80, algo caro pienso mientras la maquina traga mis monedas, pero a esa hora ya no me apetece volver andando. Paso el torno, y al llegar al andén veo que hay bastante gente; queda unos minutos para que llegue el próximo tren. Viene bastante lleno, así que estaremos algo apretujados. Entro en el vagón, aflojo la música, y con la mano izquierda me agarro a la barra. En la próxima estación, entra un tío que se puso delante de mí. Nuestras miradas se han cruzado y una chispa se ha encendido. No aguanta mi mirada perversa y se da la vuelta. No puedo apreciar bien si tiene buen culo, pero sin cortarme, rozo mi paquete, casi frotándome. Se empieza a poner morcillona, él la nota, se gira, sonríe… ya le tengo en el bote.

 Se baja varias paradas antes que yo, y se espera, casi desafiándome, como si no me fuera atrever a seguirle; me bajo, anda delante de mí, sabiendo que le estoy siguiendo. Sube la escalera, voy a unos cuantos pasos por detrás de él, doy un par de zancadas, le alcanzó, y poso mi mano en su trasero, me pongo delante de él, le como la boca; mi lengua juguetea con la suya y sin ningún pudor, le tiro un lapo, y le muerdo la boca. Sé que algunos nos están mirando, pero me importa una mierda. Nos besamos con pasión y su mano está ya sobándome el paquete. Al notar mi pollón, me dice “joder que rabaco” y como suelo yo decir “ese joder te delata”; Se apartó un poco y lo mira con deseo. El pantalón me va a reventar de la dura que la tengo.

 Tras un buen rato de sobeteo en la entrada del andén, nos dirigimos a su casa. Mi pollón está bien duro y ya deseo bajarme los pantalones y darle bien por el culo. Llegamos a su portal, y antes de entrar, le tiro un par de lapos y nos comemos la boca. Por encima del pantalón, le apretó su culo, y él nota mi cipote duro. Abre la puerta, nos montamos en el ascensor y seguimos con el magreo; nada más abrir la puerta de su piso, él se agacha, me desabrocha los botones del pantalón, y me saca el pollon. La come con ganas, casi desesperado. Se la saco de la boca, le doy unos pollazos, me tiro encima saliva, la sigue mamando… otros pollazos y nos desnudamos. Juega con mis pelotas, se las mete también en la boca, le doy con el rabo en la cara, le hago olerla, esta muy cerdo. Ahora es mi turno. Me meto su polla en la boca, mientras mis dedos entran en su culo. Primero uno, luego dos, luego tres y ya a cuatro patas, sigo jugando con su culo. Se lo cómo, juego con mi lengua y le doy unos cachetes. Le restriego mi polla, y empiezo a metérsela. Poco a poco, centímetro a centímetro, mientras le doy cachetes; voy subiendo el ritmo, el que marco yo, el que deseo en cada momento. Veo entrar y salir mi rabo, mis pelotas moviéndose al compás; subo el ritmo, empiezo a embestir, y él jadea como un perro en celo. Le estoy empotrando pero bien. El ritmo ya es brutal, los dos sudados, los dos muy cachondos… saco el rabo, me quito el preservativo y mi primera corrida para su cara. Abre la boca, esta con ganas. Se la meto en la boca y la limpia que da gusto. Mientras me la come, se la está meneando, así que le hago ponerse de pie, para que se corra en mi pecho.

 Nos tumbamos, con una cerveza en mano, un cigarro y ambos sudados. Me suelta que ha sido el polvo de su vida y que follo de puta madre. Se levanta y yo señalando a mi cipote le digo, que esto no h a terminado, que mi rabo quiere más de su boca y de su culo. Así que vamos a por el segundo asalto, menos mal que siempre llevo condones de mi talla en la mochila. Una vez bien satisfecho, ambos, y de darme una ducha placentera, me visto, le como la boca, le doy un muerdo en el cuello y me largo hacia el metro. No le di mi número de teléfono, simplemente le dije que me buscara en Twitter y que ya quedaríamos otro día. 

Llego a mi casa, me quito la ropa, me como un sándwich de jamón y queso, y me pongo a ver algunos capítulos de la serie de moda. Por supuesto que estoy en bolas, en caso se está a gusto, y satisfecho sexualmente, pero me apetece apretarme a la morenaza que conocí el otro día, así que, le mando un mensaje de voz, que si quería podía venir a mi casa. Me contestó en seguida, que iba a venir, pero con la condición que se quedaba a dormir; no hay problema, se puede quedar a dormir, pero yo le puse otra, que a la mañana siguiente me despertara con una buena mamada. No tardó en llegar a mi ático, así que, le abrí la puerta con el rabo morcillón, y mis buenos huevos recargándose de las corridas anteriores. Me sonrió y me dijo “tú siempre estás listo”. Me cogió la polla con la mano, soltándome un buen morreo. Le cogí la teta derecha y así nos dirigimos al sofá. Se quitó el vestido, y dios su cuerpo estaba perfecto y mi pollon preparado para la acción. Recorrió su lengua por mi cuerpo, sus manos no soltaban mis huevos. Se ensalivo la mano, recorriendo todos los centímetros de mi nabo; yo jugueteaba con sus tetas, que me volvían loco, más que loco. Me hizo una buena mamada y yo le hice un cunnilingus brutal. Follemos a saco toda la noche, dándole pollazos, y lefa por la cara y sus tetas, vamos, que quedemos bien satisfechos los dos y abrazados nos quedemos dormidos, y tal como me había prometido, a la mañana siguiente me despertó con una mamada espectacular y yo fallándola a cuatro patas, como a ella le gusta, cogiéndole del pelo, de sus tetas bien ricas, que me las comí bien a gusto, pasándole mi cipote, tanto en la cara como en su culo, me dejó metérsela por detrás, y una buena lefada en su lengua, vamos que nos fuimos al trabajo bien contentos

lunes, 20 de febrero de 2017

MINI RELATO ERÓTICO (VI)

Me desperté alrededor de las diez de la mañana en cama ajena. La habitación olía a puro sexo. En el suelo había varios preservativos llenos de lefa y mi ropa tirada por el suelo. No recordaba muy bien el nombre del tío que me había follado. Me incorporé de la cama y me fui en busca de él. Completamente desnudo, y con el rabo duro, de la erección matutina, recorrí la casa. En el comedor había dos mujeres, más o menos de mi edad, desayunando. No sabía quiénes eran, lo que sí sé es que nunca me las he follado, ni que han participado conmigo en una orgia; tampoco sé si estaban ayer cuando lleguemos a la casa. No hice amago de taparme mi pollon, que aunque lo hubiera intentado, al estar tan duro, no hay manera de poder esconderlo y sin vergüenza alguna, pregunté si estaban solas. Me respondieron medio avergonzadas, que Jhon había salido a trabajar a la cafetería, situada en la esquina de su misma calle y que había dejado una nota en el frigorífico y otra en su habitación. Me indicaron donde se encontraba la cocina y leí la nota: “me has follado de puta madre, lástima que no me la has podido meter esta mañana de nuevo. He salido a trabajar, te puedes duchar sin problemas y al salir tan solo tienes que cerrar la puerta”. No sé si él sabría que sus dos amigas, o compañeras de piso, iban a estar allí por la mañana, eso si ya no estaban ayer por la noche o quizás estaban acostumbradas a ver desfilar tíos noche tras noche, pero lo que si les sorprendió y les ruborizó, es que yo saliera de la habitación totalmente desnudo y apuntándoles con mi pollon. Volví a la habitación y tras ducharme, y recoger mi ropa, vi la nota en el suelo. Seguramente se habría caído al no pegarse en la lámpara, aunque tampoco reparé porque se había caído. Tras vestirme, me despedí de las dos mujeres y salí directamente hacia la cafetería. Por el camino, me fumé un cigarrillo; en la cajetilla aún quedaban dos. Palpé los bolsillos de la chaqueta, y en los de adentro, tenía mi móvil, mi cartera y otro paquete de tabaco, y cero condones.
 
Tras fumarme el cigarro y comprobar si había recibido llamadas, entré a la cafetería y al ver el camarero servir una de las mesas, ya supe que con él no había follado. No era mi tipo. Con la mirada busqué a otros camareros, cuando le vi salir de unos de los cuartos de empleados y se situaba detrás de la barra. Me acerque a él y le sonreí. Me guiño un ojo mientras se acervaba a mí. Mientras le pedía unas tostadas y un zumo de naranja, me dijo: vaya casualidad que le haya encontrado. Le contesté que no era casualidad, que dos amigas suyas, en el piso, me habían dicho dónde encontrarle; se sorprendió, y me comentó que no se esperaba a sus dos compañeras hasta la próxima semana. Le conté, como me había encontrado y se rio. También le comenté que había sido una pena que no se la metiera de buena mañana, que a pesar de haberle follado en varias ocasiones, por la mañana me despierto con apetito sexual. Me dijo que si esperaba unos minutos, que podría darle por el culo en el almacén. No tenía ninguna prisa por marcharme, así que tome el desayuno, sin prisas.
 
Después del desayuno, salí de nuevo a la calle a fumarme otro cigarro, volví a entrar y me dirigí al lavabo. En cuando pudo, me hizo una señal, y me llevó a una pequeña oficina, que cerró con llave, y empecemos a comernos la boca. Su mano ya estaba en mi bragueta, notando mi cipote crecer. Mientras le besaba con pasión, con ganas, sus manos jugaban con mis huevos y las mías con su ojete. Me cogió el pollon y la empezó a menear con ganas, le cogí por la cabeza, para agacharle y se le metí en la boca. Le empecé a follar la boca, mientras mis huevos se acercaban a su barbilla; como tragaba el hijo puta, a pesar de mi buen tamaño, casi le cabía entera. Embestía cada vez más  y mis pelotas rebotaban por su barbilla; me la saqué y le empecé a dar buenos pollazos en la cara, haciendo oler mis cojones, mi capullo ensalivado y él, mientras, me miraba y succionaba mi rabo con ganas; se había bajado ya el pantalón, y se la empezó a menear. Le hice levantarse y girarse levemente, para poder jugar con su culo, metiéndole los dedos, y dándole media vuelta, le tire varios lapos, y le empecé a comer el culo y a jugar con su ojete. Le puse de pie, le di una pequeña hostia, le tire lapos a su boca y le besé de nuevo. Mi rabo ya goteaba lefa, y con mis manos la cogí para metérsela en la boca. Seguí jugando con su ojete, y ya le puse a cuatro patas. Me puse el condón que me había dado, y se la empecé a meter con suavidad. Poco a poco fui subiendo el ritmo, y mis cojones chocaban en sus nalgas, mientras mi cipote entraba y salía por su culo. Le empecé a embestir, con ganas, mientras le daba pequeños azotes y sentía su respiración, su excitación y el pequeño despacho empezó a invadir ese olor sexual que tanto me pone. Le estaba marcando el ritmo, y ya embistiéndole de forma bestial, la saqué del todo, y quitándome el condón, me corrí en su barba, mientras le restregaba la lefa por su barba él la cogía con la mano y se la comía; luego me la volvió a chupar y me la limpio bien. Luego, mientras jugaba con su agujero, él se la meneaba hasta que soltó el chorro de semen en un trapo viejo que estaba encima de la pequeña mesa. Nos besemos por última vez, y sonriendo de placer, le guiñé un ojo; me vestí y sin pagar del desayuno me fui de la cafetería.
 
Llegue a mi casa y con aquel olor a sexo, a sudor, decidí acostarme de nuevo y me quedé dormido. A las tres horas, me di una ducha y salí a comer con unos amigos. Estaba bastante satisfecho sexualmente, pero aquella tarde noche, había quedado con la pelirroja que conocí la semana pasada y que con su novio, hicimos un trio de lujo, pero esa tarde noche era solo para ella. Así que tras comer y realizar unas pequeñas compras, incluidos condones, me dirigí a su domicilio. Me abrió la puerta completamente desnuda y dirigiéndonos al salón, donde me había follado a los dos, se puso de rodillas, encima del sofá, y le empecé a comer su rico culo y coño. Mi cipote reaccionó al segundo y ya molestándome dentro del gayumbo, me desabroche el pantalón, sacándomela por la cremallera y sin mediar palabra, me puse el condón y se la clave en su rico coño. Le sobaba las tetas, de un tamaño perfecto, y le embestía mientras nuestras lenguas jugaban. Luego la saqué de su húmedo coño y se la metí en su culo; ambos jadeábamos sin parar y embestida tras embestida, me pidió que no me corriera todavía, que quería sacarme el condón ella misma y saborear mi lefa vasca. No dude en no hacerla caso, así que tras follar durante un buen rato, me la saqué y le di el lefazo en su boca, para luego continuar comiéndomela y así jugó con ella, hasta que me sentó de nuevo y cabalgando encima de mi nabo, volvimos a follar y dejarme bien seco. Mi pollon entraba y salía de su coño, mientras le comía las tetas, me las metía bien en la boca y besándonos, jugando, sentía el enorme placer que me estaba ofreciendo aquella diosa pelirroja. Esta vez el lefazo fue a parar a su pechos y sin pensar, pase mi lengua directamente por la lefa, así jugueteando con ella, pasándola a su boca, y mis dedos en su coño. Nos dimos una ducha juntos y nos tomemos una cerveza bien fría. Aun estábamos desnudos y yo plenamente satisfecho de aquellos polvos que había echado con el camarero y los que había echado con ella. Mi rabo, en reposo, ella no paraba de mirarlo, diciendo que tenía un rabo bien bonito y que así en reposo, tenía que hacerle una foto. Cogió su móvil y le hizo una fotografía, luego lo lamio, como limpiándomelo y empezó a respirar… Ya totalmente erecta, se la metí en la boca, tirándole lapos en la boca, que ella recibía con placer y me hizo una mamada espectacular, terminando de eyacular de nuevo en su boca, saliendo hasta la última gota que me quedaba en mis huevos.
 
Aquella noche, tras haber pegado unos buenos polvazos en la noche anterior, más los que pegue con la pelirroja, que por cierto ya había perdido la cuenta de cuantas veces me había corrido, decidí quedarme en casa, y relajado y como no en gayumbos, me puse a ver una película de terror, y cuando tuve sueño, me metí en la cama totalmente relajado. Esa noche apague el móvil, quería tranquilidad, mañana ya volveré a tirar de la agenda.

jueves, 22 de octubre de 2015

MINI RELATO ERÓTICO (V)

La estaba comiendo las tetas, mientras mi colega, le bajaba el pantalón; llevaba unas braguitas azules, muy pequeñas. Se las rompí con mi mano derecha, mientras mi lengua recorría sus enormes pechos. Mi colega la comía el culo, mientras mis dedos jugaba con su húmedo coño. Los dos estábamos sin camisetas, pero aún con los vaqueros puestos, marcando paquete; así que no tardé en coger las manos de ella y llevarlas a mi cinturón. Me lo desabrochó, mientras se pasaba la lengua por sus húmedos labios. Por encima del gayumbo, me empezó a sobar. Ya la tenía bien dura, así que marcaba bien. La escupí en la boca, mientras me quitaba los gayumbos. Mi pollón bien duro, apuntaba su chocho y a su pequeño "bigotes". Me la agarró con las dos manos y empezó a menearla bien despacito; nos comíamos la boca, mientras ella jugaba con mi rabo y mis pelotas. Yo tenía los dedos en su coño, bien caliente. Mi colega jugaba con su culo.

Era ya hora de que se arrodillara y empezará a comerme el rabo entero. Le dí unos fuertes pollazos en su cara y se la metía y sacaba de su boca. Decidí que se pusiera a cuatro patas, para que mi colega le comiera el culo. Él ya se había desnudado también y le vi su cipote que pedía guerra. No era para menos. Ella a cuatro patas empezó a zampar mi pollón y mientras le cogía la nariz, para asfixiarla un poco más, con chulería le daba unas pequeñas bofetadas en la cara. Le metía el rabo entero y le daba pequeñas arcadas; la muy hija puta me la estaba babeando bien. Le dí otro fuerte pollazo y le metí mis enormes cojones en la boca. No veas como chupaba. Mi colega ya estaba en plena faena. Le había metido bien el rabo, entero por su culo, y empezaba a embestir. Sus pelotas chocaban con sus nalgas y las mías en su barbilla. Ella jadeaba bien, estaba gozando, disfrutando de dos buenas pollas, como las nuestras: 25 centímetros la mía y la de mi colega 22. No veas como le iba la marcha.

Seguía comiendo mi rabo y estirandome los huevos, mientras mi colega le estaba dando bien por el ojete. Bombeaba a buen ritmo. Luego nos intercambiemos. Le tire un par de gapos en el culo y empecé a zamparlo; no hacía falta, tan solo me apetecía. Mi amigo le estaba morreando bien, mientras ella tenía las manos bien ocupadas con su cipote. Tras comerle el culo un rato, sin avisar, le endiñé los 25 centímetros; pegó un chillido que me puso más cabrón si cabe; mi colega, disfrutaba viendo como gozaba, como una auténtica perra.

La pusimos de pie y la cogí, con las piernas colgando. Se la metí en su coño, mientras él se la metía en el culo y la empecemos a menear. Nuestras pollas entraban solas. Miraba hacía mi, así que me comía la boca, le tiraba gapos, mientras nuestros rabos, salían y entraban de sus dos agujeros preferidos. Los tres de pies, los tres sudando, los tres encabronados, los tres con ganas de disfrutar.... ahora mi turno en su ojete, y mi colega en el coño. Así que ahora su boca jugaba con mis fluidos, en la boca de él. Un olor a sexo que me encendía cada vez más.

Me senté en el sofá y ella se subió encima. Se la metí bien en su coño, y empecé a bombear, a subir el ritmo, lo bajaba, lo subía, le comía las tetas. Mi amigo detrás del sofá, le metía pollazos en su boca. No veas como tragaba, no veas que buenos agujeros. Se la saqué, y se la metí de un golpe seco en su ano. Otro chillido, de placer, de dolor, de disfrutar. Me metí entre sus pechos, mientras la levanté de nuevo. La apoyé en la mesita de al lado. No sé cuánto tiempo llevábamos, en el sexo no se mira el tiempo, pero lo que sí sé es que tenía ganas de echar la primera descarga, así que le eché una buena lefada en sus pechos, mientras rechupaba la lefa de mi colega. Me acerque a sus tetas y con mi lengua le pasé mi lefa caliente a su boca. Luego la besé, y besé a mi colega. Una mezcla de lefa vasca y madrileña recorría mi boca, junto a la de él y la de ella.

En el salón invadía un olor a pollas, a lefa, coño, sudor, a buen sexo que hacía que mi rabo no bajara y se mantenía duro. Ella estaba a mi lado, saboreando aún restos de lefa por su pecho; mi colega había ido a la cocina a buscar unas cervezas bien fría. Ella me encendió un cigarro y empezó a comérmela lentamente, jugando con su lengua en mis pelotas. Con el cigarro en la mano, y en la otra en la cerveza, veía como mi amigo se la meneaba con suavidad. Me acerqué a su boca y metí mi lengua juguetona en la suya. Le tiré una bocanada de humo y le besaba con suavidad; mientras sus manos jugaba con su rabo y la boca de la pelirroja tenía casi entera mi polla. Estaba disfrutando al máximo y como si tuviera el poder en mis manos, me puse de pie y repartí pollazos a los dos. Primero a él, que veía en sus ojos como ansiaba mi pollón, follandole bien la boca. Luego tocó el turno a ella. Estaba de nuevo súper cachondo. Tenía a los dos de rodilla, comiendome los huevos y el rabo. Lo olían, saboreaban, disfrutaban... así que tras un buen rato, se pusieron los dos a cuatro patas. Jugué con sus culos, metiendo los dedos, lamiendolo, hasta que le meti los veinticinco centímetros casi sin avisar. Él jadeó de placer, mientras besaba con pasión a ella, sintiendo bien mi cipote, golpeando mis pelotas en sus nalgas. Luego le tocó el turno a ella, les di verdadero placer, estábamos gozando como nunca, pero para sorpresa de los tres, en pleno acto y casi a punto de soltar otra buena descarga de lefa vasca, el timbre de la puerta sonó. Nos dio por reír, y sacando el nabo del culo, fui a ver quien era.

Era una amiga de ella. Abrí la puerta para que viera el panorama. Mi pollón estaba durisimo, a tope y vió a su amiga y a mi colega follando en el sofa. Ella estaba sentado encima de él. Se veía el rabo entrar y salir de su conejo. La invité a pasar o marcharse, porque se había quedado inmóvil; decidió pasar y unirse a la fiesta. Así que, casi sin mediar palabra, no hacía falta, la puse a mamar mi cipote que  no había decaído. Así que ahora éramos cuatro, perfecto para más juegos.

Menuda mamada me estaba haciendo, la comía de lujo. Tras un buen rato, la desnudé, mientras mi boca buscaba sus pechos. Y así de pie, cara la pared, levantó una pierna y se la fui metiendo en su coño ya humedecido. Mi colega le estaba dando por culo a la otra, y mirándonos con complicidad, íbamos subiendo el ritmo del follaje, sabiendo que a él le quedaba todavía pendiente que se la volviera a meter. Así fue, tras follar de pie, sentado, a cuatro patas, comida de coño, que menudo coño más sabroso tiene la amiga, le puse de nuevo a él a cuatro patas y se la metí bien a fondo. Le daba cachetes en el culo, mientras ellas jugaban con dos consoladores. Estaba a punto de correrme, cuando él soltó una buena lefada. Yo hice lo propio en su barba. Le chorreaba, y ahora el turno de jugar con mi lefa. Primero las dos lamieron bien, y luego nos besamos, intercambiando bien los fluidos.

Un pequeño descanso, unas piezas de fruta, un cigarro que yo me fumé en el balcón. Me daba igual estar en pelotas, no era la primera vez que salía así o en gayumbos, así que los vecinos, están algo ya más que acostumbrados. Es más, cuando veo que alguno me mira, me tocó sin disimular para que vean lo que se pierden. Así que tras el parón, el juego se puso en  marcha de nuevo, hasta soltar la última gota.

martes, 22 de septiembre de 2015

MINI RELATO ERÓTICO (IV)

Esta tarde, después de trabajar, voy a follar con la morena que he conocido en el restaurante. Había ido a comer con dos del equipo, que me habían recomendado ir a ese restaurante, por la exquisita comida y por el trato. Suelo coger confianza con la gente que trabajo y así los resultados salen mucho mejor. La verdad que tengo mucha suerte de trabajar en el mundo publicitario, y me suelo encontrar con gente trabajadora y de nuevo, en Italia, he encontrado magnificas personas, que ya forman parte de mi vida; con algunos de ellos ya he trabajado, pero con tantos proyectos, a veces no se puede coincidir, y con los que fui a comer, tenía una enorme confianza y nunca me habían fallado en lo personal, como en lo profesional.

En la puerta, un camarero joven, nos acompañó a la mesa, pero no fue quien nos atendió, sino ella. Una mujer morena, con media melena, unas tetas potentes, no demasiadas grandes, pero si a mi gusto. Estaba bien buena. Mi rabo reaccionó en seguida y como ya estaba sentado, no me importo tener la erección, aunque si, casi disimulando, me la coloqué bien, porque me estaba apretando el pantalón; pero ella me había visto, porque justo, me estaba dando la carta. La cogí con una mano, mientras la otra la dejé encima de mi paquete. Ella sonrió levemente, y al oído me dijo en italiano que se notaba que tenía una gran polla. La verdad que me sorprendió que me dijera eso, porque fue directa y no se ando con rodeos, así que, moví ligeramente la mano, acariciándome el rabo. Cinco minutos más tarde, me dirigí a los servicios, y ella estaba en mitad del pasillo. En un rincón, nos besemos con pasión. Su mano palpaba mi impresionante bulto y las mías agarraban sus tetas. Así que como no podíamos hacer más allí, le di mi número y quedé con ella por la tarde en la cafetería de mi hotel. Yo tuve que entrar en el lavabo, porque mi polla no bajaba y esperé un rato a que se calmara. Ya de nuevo en la mesa, estuve coqueteando con ella. Mis dos compañeros no me dijeron nada hasta que regresemos al set. Me dijeron que tenía una gran suerte de haber ligado con una mujer así y que estaban seguros que me la iba a follar. No lo negué, era absurdo negarlo, se habían dado cuenta y como estábamos fuera del trabajo, les dije que la iba a dar buenos pollazos. Los muy cabrones siguieron hablándome de sexo hasta que lleguemos de nuevo al plató.

Durante el rodaje estaba súper cachondo y tenía ganas de que fueran ya las siete de la tarde, para irme al hotel y morder los pechos a la camarera. Tenía ganas de sentir su lengua sobre mis pelotas y que chupara mi cipote. Si no hubiera quedado seguramente hubiera acabado haciéndome un par de pajas, pero yo no soy de los que se pajean antes de follar. Alguna vez he oído decir que algunos se pajean para descargar y así aguantar más o no se que pollas; esa teoría es de lo más absurdo, quien tiene aguante y sabe meterla, no hace falta que vacié los huevos antes.

Por suerte, terminemos antes de lo previsto así que sin perder tiempo, me despedí de mis compañeros y me dirijo al hotel. Me dio tiempo a darme una ducha y bajar a la cafetería a tomarme una cerveza. Fue puntual. Estaba imponente. Llevaba una falda, de tipo ejecutiva, una camisa blanca con un buen escote. Unos zapatos negros, con unos tacones de vértigo. Se acercó con una sonrisa y allí mismo me besó. Me dijo que si quería subir ya, que por ella no había problemas. No hizo falta que me lo dijera dos veces. Entremos en la habitación, y me lancé por sus tetas. La cogí con una mano, mientras chupaba sus pezones. Nos desnudemos sin dejar de mirarnos a los ojos. Al bajarme el gayumbo, mi polla saltó y fue cuando ella, impresionada, no paraba de repetir el pedazo de pollón que tenía. Lo saboreó bien, lamiéndolo de arriba abajo, y jugando con mis huevos. Los estiraba, los lamía y le gustaba cuando le rebotaban en la barbilla. La verdad que mis pelotas hacen "juego" con mi rabo. Tengo buen paquete, y eso a ella le gustaba. Me la comió de tal manera que me hizo llegar al séptimo cielo, pero ahora era mi turno. Jugué con sus tetas, le metía un dedo en su ardiente coño, ahora dos, ahora por el ojete, mientras nos dábamos lengua. Le dí buenos pollazos en la cara, follandola la boca a saco. La entraba perfectamente, y aunque a veces le entró un par de arcadas. y eso hacía que me encabronara más. La puse a cuatro patas y se la fui metiendo centímetro a centímetro, y subiendo el ritmo con grandes embestidas. Mis huevos se quedaban en la puerta de su agujero. Se la metí bien por el coño, se la metí bien por el culo, boca, jugué con sus agujeros y la primera lefada fueron a sus pechos. La relamió y me comió la boca. Siguió comiéndomela , para seguir jugando. Unos buenos polvos para una buena tarde.

Ya relajados de tanto follar, nos fumemos unos cigarros y me dijo que quería presentarme a una amiga especial, que mañana venía de Milán y que podía quedar con nosotros. Por supuesto le dije que si. Antes de marcharse, me pidió que se la metiera de nuevo en el culo, que la había echo disfrutar con mi enorme pollon y quería sentirla de nuevo. Así hice, la ensalive bien, y para dentro.

A la mañana siguiente, mis dos compañeros de confianza, no tardaron en preguntarme que tal había ido con la camarera. No entré en muchos detalles, pero algo les dije, y que esa misma tarde volvía a quedar con ella. El trabajo fue bien, estaba todo casi listo para terminar el rodaje, así que cerca de las seis nos fuimos todos para casa. La chica, me había dicho que hasta las nueve no podrían ir al hotel, así que me fui a tomar unas cervezas con mis compañeros y a charlar sobre el próximo proyecto. Cené algo ligero, y subí a la habitación. Me di una buena ducha y en pelotas, me senté en el pequeño sofá de la habitación. A las nueve y cuatro minutos, tocaron la puerta, y sin ponerme nada, abrí la puerta. La sorpresa fue que no eran ellas dos, sino el conserje que tenía un mensaje urgente para mí y que me había llamado a la habitación, pero que no había contestado. Todo eso me lo había dicho medio nervioso o medio ruborizado. Yo estaba tranquilo, con todo al aire, y no hice ápice de taparme. Tras darme el papel, le di las gracias y cerré la puerta. Hice un par de llamadas con el móvil cuando vi el mensaje de la camarera, que se iban a retrasar un poco. Ese poco fueron unos veinte minutos, cuando la puerta volvió a sonar. Tal como hice la primera vez, abrí totalmente desnudo. Eran ellas dos. Mi morena, como la empecé a llamar y su amiga pelirroja, casi color cobrizo, con su piel casi blanca, que le sentaba genial. Estaba potente, aunque me gustaba algo menos, pero tenía también un buen polvo. Así que, casi no me dejaron cerrar la puerta, cuando nuestras lenguas estaban ya encontrándose.

Mientras me besaba con la pelirroja, la camarera estaba agachada comiéndose mis huevos. Sentía su boca en mis pelotas, y como con la mano meneaba mi rabo. Yo tenía mis manos en los pechos de la que me estaba besando; los tiene perfectos, sobran un poco por mis manos, así que pequeños no son, y son naturales. Besaba de lujo, sus labios semis carnosos, su lengua juguetona. Sentía la boca por mi cuello, mientras le daba pollazos a la otra. Las dos ahora agachadas, jugaban con mis enormes cojones y meneaban mi cipote, una paja perfecta, con la mano, con sus bocas, estirándome los huevos, sintiendo como la ensalivaban. Me senté en el sofá gris, mientras seguían ellas jugueteando con mi paquete. Mis manos iban recorriendo sus pechos y cuando una de ellas se ponía de pie y me comía la boca, le iba metiendo los dedos en sus agujeros. Me puse de pie y las hice sentar. Les tire un par de gapos en sus bocas y fue cuando ellas dos se besaron. Luego nos besábamos los tres, le daba pollazos una y a otra, metiéndole mis huevos en la boca, cogiéndola de la cabeza, casi obligandolas. Estaba totalmente encabronado, así que en el suelo, se pusieron a cuatro patas las dos. Sus bocas se encontraban mientras me follaba a una primero y luego a la otra. Un sexo de escándalo, unas embestidas que nos hacían gozar a los tre, en uno de los polvos, mientras le daba bien por el culo, las pelotas me las lamía la otra, y chocando en sus nalgas, me las cogía. Un placer, un gusto experimentado. Me corrí en la cara de las dos, para luego jugar con mi lefa, y aún excitado, se la volví a clavar en el coño, mientras mis dedos jugaban con el culo de la amiga. Me corrí hasta no echar ni una sola gota, supieron vaciarme bien, supieron jugar, supieron follar y dieron todo de sí, al igual que yo. Los tres, ya tumbados, exhaustos de tanto gozar, gemir y disfrutar de un buen sexo, decidimos darnos una ducha y salir esa noche por Roma.