Una hoja en blanco, y algunas
cosas que escribir. Las palabras no salen, y pensativo, miró fijamente la pantalla
del ordenador; la hoja continua en blanco y el ratón parpadeando; a veces, en
la última letra, cuando tengo algo escrito y otras, tras un signo de
puntuación. Parpadea, una y otra vez. Los dedos sobre el teclado. De vez en
cuando, me subo las gafas, hago amago de escribir o simplemente me toco las
pelotas. A veces pican. Me levanto a por un vaso de agua; al abrir la nevera,
la botella de plástico, de un litro y medio, se cae del estante de la nevera.
Casi me da en el pie derecho. Que rabia me da eso. La nevera es nueva, y no sé
porque, las botellas de agua, no se adaptan bien al estante y cuando la abro,
las botellas saltan como si estuvieran vivas. La recojo y bebo directamente de
la botella. Vivo solo, así que, nadie me va a decir nada. Recuerdo, que mi
madre siempre me decía “coge un vaso”, incluso me daba una pequeña colleja.
Ahora nadie me lo va a decir, así que bebo directamente. El agua está helada, y
noto por la garganta pasar el agua bien fría. Así me gusta a mí. Si esta
natural no bebo, excepto si me muero de sed y no tengo más remedio que beber
agua natural. Suele ocurrir pocas veces.
Me vuelvo a sentar delante del
ordenador; estoy escribiendo, mejor dicho, intentándolo en el ordenador de
mesa. El portátil lo tengo estropeado y seguramente me tendré que comprar uno
nuevo. Vuelvo a la misma posición, de hace un rato. Dedos rozando el teclado y
el ratón parpadeando en el último punto. Me vuelvo a levantar y salgo al balcón
a fumar un cigarro. Estoy en calzoncillos, pero me da igual que alguien me vea.
Es más, algo de morbo tiene la situación. Marco buen paquete, y tengo buen
cuerpo. Genética de mi padre y un poco de gimnasio; una vez a la semana me es
suficiente. Tengo cuerpo fibroso, así que lo puedo lucir a plena luz. Aunque si
estuviera gordito, supongo que también saldría en calzoncillos. No lo puedo
saber con seguridad, pero quiero pensar que sí. Me enciendo el cigarro y le doy
una calada larga. Hecho el humo por la nariz. Tengo esa manía. La primera
calada, el humo por la nariz, luego ya por la boca. Sigo pensando sobre que
escribir, cuando oigo al vecino, hablando por teléfono en su balcón. Me ha
visto, y me ha saludado con la mano. Me mira de arriba abajo, y se ha centrado
en mi paquete. Ya lo ha probado, una noche que llegué a las tres de la mañana,
tras una noche de cena y copas. No sé si me estaba esperando en el rellano, o
dio la casualidad que lleguemos casi al mismo tiempo; yo estaba muy cachondo,
así que, nada más verle, me acerqué a él, y sin decir palabra, le besé en la
boca. Le mordí levemente los labios, y apreté mis dos manos en su culo. Él, me
cogió el paquete por encima del pantalón. Ya lo tenía duro. Me aparte por un
segundo, para sacármela allí mismo. Estaba súper cachondo, así que me saque el
nabo y mis dos pelotas. Me gustó ver su cara, al ver el tamaño. Le cogí por
detrás de la cabeza, para que se agachara y empezó a mamarla. A esas horas, no
creo que viniera nadie, pero no me hubiera importado que nos vieran. Tras un
largo rato, dándole pollazos en la cara, comiéndome las pelotas y gozando, se
levantó. Nos comimos la boca, le tire varios gapos en la boca. Le giré, le
empotré en la pared. Comí su culo un rato; me puse un condón y me lo follé allí
mismo. Me corrí dentro de su culo, pero quería más, así que le invité a pasar a
mi casa y en la habitación estuvimos hasta después del amanecer follando.
Ahora me está mirando el paquete.
Tras aquella noche, hubo unas cuantas más, pero siempre cuando yo quería. Él
había intentado que ocurriera con más frecuencia, pero no le hacía mucho caso.
Le había gustado y mucho, como le había follado, como le embestía y los lefazos
que había recibido. Pero siempre decidí yo cuando le follaba. Ahora me sonríe,
y como no tengo ganas de follar, apago el cigarro en el cenicero y con un
movimiento de cabeza, le saludo y me voy de nuevo para la habitación. Manos en
el teclado y empiezo a escribir. No me gusta lo que leo, vuelvo a borrar. Otra
vez escribo, parece que tiene más sentido, así que empiezo un gran párrafo;
justo cuando empezaba el segundo, sonó el timbre. No me puse el pantalón, me
daba igual quien fuera, si me importaba una mierda que me vieran desde la
calle, que más me daba que me viera en mi propia casa. No miré por la mirilla,
directamente abrí la puerta. Era una mujer trajeada, que con acento extranjero,
intentó venderme un seguro. Se sonrojó al verme así, pero como una autentica
profesional, continuo como si yo no estuviera casi desnudo. Tuve una erección,
por la situación morbosa y porque estaba bien buena. Tenía un buen par de
tetas; mi polla ya completamente dura, se salió del calzoncillo. Si ya en
reposo, marcaba buen paquete, en plena erección ni os cuento; ella empezó a
tartamudear y su mirada, se iba directamente a mi rabo. No pudo seguir y casi
gritando, me dijo: “eres un sinvergüenza”, y se dio media vuelta. Con un
chasquido, la hice volver a mirar, y yo, con mis dos manos, tenía agarrado mi
pollón. Saque la lengua e hice movimientos obscenos. La vecina de enfrente,
cotilla de toda la vida, entre abrió la puerta, asomando la cabeza y
murmullando insultos, casi a lo bajini, hacía mí. La vendedora, inmuta, casi al
filo de la escalera, no se movía. ¿Le estará gustando? Me preguntaba
mentalmente. Seguro que sí. Tras divertirme, unos minutos, entré para dentro y
cerré la puerta. Me puso muy cachondo y eso que hace un momento no lo estaba.
Así que, le mande un mensaje a mi vecino; en minuto y medio estaba llamando en
la puerta. Yo estaba ya completamente desnudo, con el rabo duro; se agachó a
mamármela. Me senté, y él se agarró a mi cipote, estirándome las pelotas. Que
gusto me estaba dando. Le puse a cuatro patas, le comí el culo y le metí enteró
el nabo. Le bombeé bien el ojete, mis pelotas dándole en las nalgas. Cuando
estuve a punto de correrme, me quite el preservativo y me corrí en su barba. El
semen le resbalaba, y él con los dedos la recogía, lamiéndose. Le di unos
cuantos pollazos más y se la metí en la boca. Sentados, se la clave entera. Me
volví a correr, en su espalda. Satisfecho, le comí la boca y me fui a la ducha.
Ya me quedé desnudo, bien
fresquito. Me siento delante del ordenador y empiezo el segundo párrafo. Vuelta
a empezar, cuando llevo tres líneas, me vuelvo a quedar en blanco. Dedos en el
teclado. Como es casi la hora de comer, quedo con una amiga. Cojo el metro,
como es verano, el próximo tren pasa en diez minutos; mientras espero, juego
algún juego. Se hace eterno. Llego a la estación y mi amiga está esperándome en
la sombra. Nos damos dos besos; me pregunta por mi nuevo sobrino. Hace poco mi
hermana ha tenido un niño. Guapísimo y está en casa súper atareada. Le he ido a
visitar en varias ocasiones y luego, aprovechaba para quedar con aquel tío que
tanto me mola, para follar, pero sin complicaciones. Mataba dos pájaros de un
tiro. Visita y luego sexo.
Nos sentamos y nos ponemos hablar
de nuestras cosas. Incluido lo que ha ocurrido esta mañana. Me gusta hablar con
ella, precisamente por eso, porque no tiene problemas de hablar de sexo, sin
tabúes, sin tonterías y llamando cada cosa por su nombre. No siempre nos
explicamos nuestros polvos, pero suele ocurrir, que cuando llevamos buen rato,
acabamos hablando de folleteo. Sin problemas.
Tras comer, nos vamos a la
teteria, a tomar un mojito, que lo hacen muy ricos; ya es casi tradición. Esta
cerca de mi casa, así que, normalmente, bajamos andado desde el restaurante,
dando un paseo, continuando con nuestras conversaciones y fumando unos
cigarrillos. Hace calor, pero preferimos ir caminando. El camarero ya no nos
pregunta, nos sirve directamente dos mojitos, bien cargados y bien fríos. Él no es marroquí, es español y tiene buen
culo. Creo que es hetero, pero me he pajeado pensando en él. Está bien bueno,
pero no creo que quiera tema. Es más, siempre mira el escote a mi amiga. No me
importaría un trio, pero bueno, eso quedará como una fantasía no resuelta.
Casi son las siete de la tarde, y
decidimos marcharnos. Me hubiera gustado poder a ver ido a la terraza con ella,
pero tengo que terminar varias cosas, entre otras, lo que estoy escribiendo,
así que, nos despedimos con dos besos. Entro por el portal, y antes de entrar, le guiño un ojo. Sonrió y
subo las escaleras. Nada más entrar por la puerta de mi piso, me voy quitando
la ropa, hasta quedarme por completo desnudo. Me meto de nuevo en la ducha y me
refresco. El aire acondicionado no me funciona y este mes voy mal de pasta, así
que, no he podido arreglarlo. Me tengo que conformar con un viejo ventilador y
dándome duchas de agua helada. Completamente desnudo, me siento en el sofá,
para fumar un cigarro tranquilamente. Enciendo la tele, pero la apago
enseguida. Pensando en el tío de la teteria, me empalmo. Con todas las corridas
que llevo a lo largo del día, mi rabo se pone duro en cuestión de segundos. La
imaginación y el bombeo de sangre van a la par. Así que, para relajarme me hago
una buena paja. Antes de soltar, me pongo de pie; mis chorros de leche van
hacia el suelo. Paso la fregona, me limpio bien el rabo y me voy hacia la
habitación. Dedos en el teclado, avanzo línea tras línea, está vez no me está
costando demasiado.
Termino el primer trabajo. Hago el
último repaso, esta cojonudo. Al menos yo lo veo así. Me preparo una pizza y me
pongo a ver una película de terror. Me gustan mucho y más verla con mi mejor
amiga, porque grita como una cosaca y le pego cada susto, que me parto de risa.
Mientras la veo, estoy cenando, pero le tengo que dar un momento a la pausa,
para echar más hielo, y coger otra coca cola. Esta noche no voy a salir, me voy
a quedar en mi piso, desnudo, viendo películas hasta que me entre el sueño. Mañana
no madrugo, aunque si tengo que terminar el segundo trabajo. Espero no tardar tanto
como este, pero eso ya se verá, no sé cómo irán las cosas. Me enciendo un
último cigarro, los ojos se me están cerrando, pero antes de dormir, cae otra
paja. Me corro encima de mi pecho, así que me doy una buena ducha, bien fresca
y me voy a la piltra. Apago las luces y justo cuando me tumbo, suena el timbre.
¿A estas horas? Pensé mientras iba hacia la puerta. No me puse nada encima. Abro
la puerta, casi nunca miro la mirilla y era mi vecino, con una rubia
espectacular. Los dos me hacen un repaso, de arriba, abajo y agarrándome la
polla me dice que quiere hacer un trio. Ella me coge los huevos y me come la
boca. Ya no tenía ni pizca de sueño. Les invité a pasar y nos dirigimos al sofá.
Nos comimos las bocas, mientras le sobaba las tetas; él y yo, nos cogimos una
teta cada uno, y nos la comimos; luego los dos de pie, ella arrodillada, nos comía
las pollas, mientras que nos besábamos. De vez en cuando, escupía en mi capullo,
y le tiraba gapos a la boca de los dos. Primero me la folle yo, mientras le comía
todo el culo a mi vecino. Luego él, mientras me comía mi cipote; menuda boca,
le daba de vez en cuando arcadas, pero el entraba casi entera. Fue una noche
espectacular. También me cepille al vecino, mientras le comía el coño a ella. No
sé las veces que me llegue a correr, pero estuvo de puta madre. Tras terminar
la sesión, ella, se dio una ducha y luego ambos se marcharon. Yo me quede en mi
cama, relajado y con las pelotas bien vacías. No sé lo que tarde en quedarme
dormido, solo sé que al día siguiente me iba a levantar súper tarde, y estoy
seguro que no iba a terminar a tiempo, así que, lo más seguro que mañana sábado,
no podré salir y tendré que quedarme en casa trabajando, eso sí, sin abrir la
puerta a nadie.
Hahaha.... Menudo día y cansado de ejercitar con las posiciones, maratón de Tipo Boston con todo y desfile de las Rosas de California. Cenaste Sexo, dando aperitivo a los comensales.
ResponderEliminarNo me importaria para nada ser tu vecino. Fuera el piso que fuera. No me importaria nada bajar o subir las escaleras desnudo hasta tu puerta. Fantastico relato
ResponderEliminarJavier