martes, 9 de julio de 2013

MARICA MALA (QUINTA PARTE Y ÚLTIMA. FICCIÓN)

Desde aquella noche, en que el plan daba comienzo, Santiago y yo nos veíamos a escondidas, como dos furtivos en la oscuridad de la noche, para que Jesús no nos encontrara juntos, y no se fuera todo al traste. Debíamos ser cautelosos, y de cierta forma, aquel juego daba mucho morbo. Vernos a escondidas, en lugares que no frecuentábamos, como dos amantes necesitados de amor y pasión, como si nuestras respectivas parejas, nos fueran a pillar en cualquier momento, daba rienda a nuestra imaginación. Follábamos como si fuera la última vez que iba a suceder y eso nos satisfacía más de lo que creíamos. Quizás es una tontería, pero nosotros lo veíamos así. Y joder de qué manera nos dábamos placer.

Ni él venía a mi casa, ni yo a la suya; comíamos de vez en cuando juntos, pero fuera del centro. De vez en cuando, escribía algún tweet "al galleto", para no levantar sospechas. Todos mis amigos ya sabían de qué se trataba, y el resto no me preocupaba. La cita estaba a punto de producirse. Él quería verme en el pub, concretamente "En el sitio", me imagino que para que todos nos vieran juntos, y así demostrar que había conseguido su objetivo. En un principio nos íbamos a ver en la terraza, donde me abordo por primera vez, pero donde había dicho él, me pareció mucho mejor. Él solo se iba a poner en ridículo, ya que el pub suele estar frecuentado por mis colegas, y se suele llenar con facilitad, así que todos iban a ver como es realmente. Todo estaba calculado al milímetro y nuestra amiga la camarera, iba a ser una gran cómplice. Yo solo quería que me dejara en paz, tranquilo, y aunque tuviera que volver a verle, no se digiera nunca a mí.  Sólo esperaba que todo saliera tal como esperaba, pero la verdad que salió mucho mejor.

Pero antes de aquella cita, que Jesús, tanto deseaba, me lo encontré "En la casa del libro". No se sí fue casualidad o no. Yo estaba buscando un título en concreto, ya que quería regalarle a mi novio, el último libro de Lucía Etxebarria. Le gustaba mucho y tenía todos los títulos, menos la última, recién publicada, y antes de que Santiago la comprara, lo iba hacer yo. Buscando por la sección, de las tapas duras, ya que no quería, regalarle la edición de bolsillo, y no quería que lo tuviera en su ebook, me sigue pareciendo más atractivo el papel, me pareció oír la voz de Jesús. Al mirar de reojo, comprobé que se trataba de él; iba acompañado por un tal Antonio, otro usuario de Twitter, de su misma calaña. Lo sé porque le encantaba criticar, igual que a él, y le seguía el juego en todo momento, así que vi una oportunidad; sin pensarlo dos veces, me acerque a ellos, saludándoles, de forma efusiva, con mi sonrisa habitual, ya que tenía que picar más el anzuelo. No me costó mucho conseguir su atención. Antonio me miro algo perplejo, ya que no entendía, que yo, la persona que más había atacado, sin necesidad alguna, mintiendo respecto a mí, me acercara a ellos de aquella manera. Jesús, sonriendo como un idiota, le dijo que precisamente le iba a contar, en breve, que nosotros dos íbamos a empezar a salir juntos. De forma descarada, y sin esconderse, casi le ordeno, que ya dejara de atacarme. Más marica mala no podía ser; me guiñaron un ojo, casi a la vez. Él mismo se había delatado, cosa que ya sabía que era así, tan solo tenía que echar un vistazo sus tweets, y quien respondía de una forma u otra, y Antonio le era muy leal, porque era otra marica mala, que casi con desesperación, le lamía el culo y hacia caso de sus indicaciones, y allí mismo, le falto segundos para bajarse los pantalones y dejarse dar. O bajárselos a él y lamerle el culo, como si aquello le fuera a dar lo que ansiaba. Los dos, con afán de protagonismo, pero cayendo en lo más bajo, seguían casi la mismas directrices. Si alguien me hablaba, ellos actuaban de la misma forma, hablándoles mal de mí y de la gente que me rodeaba. Incluso he visto, como ha intentado manipular a chicos de veintidós años, a un tan Gonzalo, eso sí, en privado. Lo sé porque el mismo me lo dijo, tal cual, que “el galleto” y Antonio, le habían dicho que me dejara de seguir, de hablar, que si no se atendiera a las consecuencias. Él no hizo caso, como muchos otros, y me lo dijo con total normalidad. Vamos, que estos dos, iban a por gente, supuestamente débil, o que creen que no les van a contestar. Pero desde que me visito aquella noche, por supuesto, sus palabras fueron bien distintas. Creí que Antonio, iba a ser el primero en saberlo y eso me sorprendió, pero bueno, el plan estaba en marcha, y aquel encuentro, casual o no, hizo que saliera mucho mejor. Porque tras despedirme, sin besos, porque no estaba dispuesto a dárselos, ambos escribieron en Twitter, su encuentro conmigo. No de forma despectiva, ni tan si quieran mintieron y aquello me asustaba más aún, ya que eran imprevisibles. Pero demuestra lo que todos nos imaginábamos, que están podridos por dentro.


Tras salir de la librería, mande un whatsapp a mi chico, ya que nos debíamos de encontrar en breve, pero no estaba seguro, si ambos me iban a seguir. Eran capaces de eso y de mucho más, así que cogí la dirección contraria, y me dirigí al piso de Vanessa. Allí iba a esperar, con ganas, a Santiago. Tenía ganas de ver la cara, cuando le diera mi regalo. No era ninguna fecha especial, nunca he necesitado esperar a su cumpleaños o aniversario, para regalarnos algún detalle: lo inesperado era mucho mejor, y ambos éramos bastantes detallistas. Así que, me acomode en el sofá. Para matar el tiempo, jugué algunas partidas. En la espera, llego Vanessa y su novia; Iban a recoger algunas cosas y en seguida se marcharon. A los cinco minutos, Santiago llego. Yo estaba en gayumbos, bien cómodo, como a mí me gustaba estar, así que, nada más abrir la puerta, me beso, agarrándome el paquete. Se me puso dura al instante, y notar su lengua en mi boca, me puso a mil por hora; le quité la camiseta, cerrando la puerta de un portazo. Nuestras lenguas iban jugando, encontrándose en la boca, mordiéndome el cuello, lamiéndome el sobaco, mientras mis manos jugaba con sus pelotas; no lleguemos ni a la habitación y follemos en el suelo. Un buen polvazo; acabemos en la ducha, para refrescarnos y esas cosas; luego le di el regalo. Sus ojos se iluminaron, abriéndose como platos, y con una sonrisa pícara me dijo que ha estado a punto de comprárselo. Menos mal que me adelanté.

Tras picotear algo en casa de nuestras amigas, y comprobar el correo, necesitaba saber si ya habían llegado mis propuestas laborales, vi varios correos, sin identificar y la dirección era algo extraña. Los abrí para descubrir de que se trataba, quizás eran de esos spam molestos, pero no, se trataba de un correo donde me amenazaban, sin ningún sentido, diciéndome que si a ver si tenía huevos de presentarme frente a él; claro, me lo dice alguien que no da la cara, y me firma como anónimo. Manda cojones, que alguien que no se identifica, me amenace. No sé de qué iba aquello, así que, sin más los borré. No les di más importancia.

La semana transcurrió con normalidad. El trabajo me agobiaba un poco, pero las cosas iban al ritmo deseado y aunque deseaba tener vacaciones, sabía que ese año no iba a poder ser; Mis Tweets cruzados con Jesús iban al ritmo que yo marcaba, y él no sospechaba nada. Nunca llegué a decir que había roto con Santiago, no lo iba hacer, pero al no dirigirnos las palabras y vernos a escondidas, también había funcionado. Así que llego la hora de la verdad, de la cita con "el galleto", nada apetecible, pero deseando que acabara todo de una vez; poco a poco había ido reconociendo que había mentido, respeto a muchas cosas sobre mí y del resto de la gente; parecía que había cambiado, sabiendo que era pura fachada. Así que aquel viernes, quedé con él, donde él había elegido. Yo llegué antes que él, dándole una excusa, que  no podía quedar antes por trabajo y que era mejor que nos viéramos directamente allí. Cuando vi aparecer a Jesús, con aquel sombrero de copas, no sabía si esconderme, o largarme por dónde había venido. No me podía creer que viniera de esa guisa. Un sombrero que no le favorecía nada, bueno, tenía un gusto bastante pésimo y para mi gusto nada le favorecía. Sólo faltaba que hubiera llegado en una vespa, ya que tras saber que yo tenía una, me dijo que era su moto preferida. No era ninguna casualidad, ya que casi todo lo que me gustaba, a él le fascinaba. Lo que antes negaba, ahora le parecía bien. Se acercó a mí, con esa manera de caminar, seguía pavoneándose, saludando unos y a otros, sabiendo que nadie le iba a contestar, pero a él le importaba bien poco. Tenía ganas de que acabara todo, así que, sonreí lo mejor que pude y le saludé. Él miro alrededor, asegurándose que la gente le miraba o buscando entre la gente a Santiago. Me dejó claro que no quería que estuviera allí, no pudiéndole asegurar eso, ya que según le conté, hacia tiempo que no le veía, que no sabía de él, y que no era de extrañar que apareciera por allí; sabía de sobras que iba aparecer, tarde o temprano, con nuestros amigos en común, así habíamos quedado.

Me quiso dar dos besos y de mala ganas se los dí. No podía fallar en ese momento. No sabía de que hablar, ni que decirle, pero él lo hizo por los dos. Me contó, que por su trabajo, había "salvado" algunas empresas, haciéndole el trabajo más fácil. No sabía que quería exactamente y al preguntarle, no supo responderme y con evasivas cambio de tema. Para lo que solía hablar, estaba bastante callado. No sé si por los nervios o porque nadie nos miraba. En varios intentos, me quiso besar en la boca, tocándome la mano. Hice amago, cogiendo la copa, sonriendo e intentando evitar que consiguiera robarme un beso en mis labios. Por un instante parecía que se estaba enfadando y miraba el móvil algo nervioso. Pensé que se iba a poner a escribir allí mismo. Seguimos hablando de cosas triviales, deseando ver entrar a mis colegas y a mi chico. El momento llegó, alrededor de las doce de la noche. Ninguno me llegaron a saludar, así lo habíamos decidido y menos Santiago. Nosotros estábamos ya tomando la segunda copa; había desistido un poco de intentar besarme, sintiéndome incomodo por momentos y cuando ya estábamos los que debíamos estar, le dije que por que no me pedía disculpas públicamente. Me miró extrañado, contestando que ya lo había echo a través de su cuenta Twitter, y que si podía olvidar aquellos malos entendidos. Para nada habían sido malos entendidos, ya que él rajó todo lo que quiso y más, sin decir ninguna puta verdad, y le dije que si realmente quería algo serio conmigo, tenía que pedir disculpas públicamente, que aquella noche era la idónea, y si demostraba que realmente sentía "esos malos entendidos", no quise echar mas leña al fuego, debía de coger el micro y decir que se había equivocado totalmente conmigo; no estaba seguro de que fuera a conseguir eso y fue cuando Vanessa entró en acción: se acercó donde estábamos, con unos chupitos de tequila, y con su simpatía, habitual en ella, nos dijo que nos invitaba, que teníamos que brindar por nuestro futuro y por el nuevo comienzo. No me sentía cómodo haciendo eso, pero tenía que conseguir que me pidiera disculpas en publico, contando la verdad de una vez por todas. Brindemos los tres, nos lo bebimos de golpe; seguía sin reaccionar, así que, decidí ir al cuarto de baño, mientras nos preparaba otro tequila, para poder mandar un whatsapp a Santiago, para decirle que a lo mejor le iba a besar, para que se decidiera de una vez de hablar. No le pareció bien, ni a mi tampoco me gustaba la idea, pero tenía que hacerlo o no sabía como iba a conseguir el objetivo, e iba a pensar que me tenía y no nos iba a dejar en paz en ningún momento. Así que, decidido, regresé a su lado. Volvimos a brindar, le cogí la mano, sudorosa, y le dije que si no hacía aquello por mí, que lo nuestro nunca iba a funcionar, y cuando le iba a besar, justo en el momento, fue cuando me dijo que sí, que lo iba hacer, que estaba dispuesto a subirse a la cabina del disc-jockey; le guiñe un ojo, dándole un empujón para que subiera. Se paró la música por un instante, y allí de pie, donde quería que estuviera, subido en la cabina, empezó a pedirme disculpas, a mí y al resto de amigos, de gente que había hablado mal, contando la verdad. Y ahora es, cuando, quiero que la gente vea su verdadera cara, así que, Santiago se acercó a mí, y empezó a besarme. Al vernos, se enfureció tanto, que sin darse cuenta donde estaba realmente, empezó a despotricar sobre nosotros, insultándonos, dando su verdadera cara, cambiando su discurso por completo. De los halagos, a insultos, de la verdad a mentiras, sin importarle que la gente le estaba oyendo, por primera vez y última. Así que, haciéndole una peineta, mi chico y yo seguíamos besándonos, cuando nuestro colega, continuo con la música. Él se bajo enfurecido, se dirigió a mí y fue cuando le dije que se fuera a la mierda de una puta vez y que me dejará en paz, que ya todos habían visto como es realmente y que estaba grabado en muchos móviles y que con un solo clic, se iba  a subir a las redes, así que, lo único que podía hacer, era dejarnos en paz y desaparecer de nuestras vidas. Se marchó sin poder decirnos nada más, y desde aquella noche no he vuelto a saber de él. Ni un solo Tweet, ni una sola palabra más, ni una sola visita, tal como llegó desapareció, y si alguna vez nos vio, nunca más se acercó a saludarnos. Por supuesto, de Antonio, que presenció todo, nunca más se atrevió a decir nada malo de nosotros. Los dos, desaparecieron de nuestras vidas para siempre. 

Pero aquella noche, no fue la única sorpresa que tuve, porque tras deshacernos de la marica mala, Santiago me pidió que me casara con él. Así que a día de hoy, estamos casados, viviendo juntos, felices cien por cien, teniendo el buen sexo que siempre hemos tenido, llevando la vida que los dos queríamos. Somos felices juntos, nos amamos, mi trabajo, mis esfuerzos, dieron sus frutos inmediatos, así que no podía pedir nada más. Si, solo una cosa, no cruzarme nunca más con una marica mala.

FIN

6 comentarios:

  1. Nen, ya ves que hora es. Pero lo prometido es deuda, jejejeje!!

    Que sepas que, consciente o inconscientemente, se nota una gran mejora con el tema de los tiempos verbales y de los acentos. Pero como dices que eso te la bufa tres pueblos y vas a hacer lo que te salga de los huevos... valos del continente al contenido.

    La historia, ya te lo he ido diciendo en los otros posts, me parece muy bien hilvanada y con unos personajes bien definidos y el final, aunque me duele que la termines, casa muy bien con el resto de la historia (aunque la verdad queda un poco peliculero lo del energúmeno subiendo a la cabina, pero queda bien con la definición del caràcter del "Marica Mala" jejejejeje!!)

    Y que sepas, que unque uno sabía que iba a salir y el otro lo estaba esperando, me hicieron muchísima gracia los dos detalles que comentamos ayer del sombrero negro y de la Vespa.

    I ara sí que me'n vaig a dormir, guapo!! Que tingues un bon despertar!!

    Sigue así, amigo!! Petonassos!!


    Eros Macho

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    1. Muy buenas!! Cuando escribí la parte del sombrero, me acorde de lo que hablamos de la vespa. Respeto al final algo peliculero, cuando sube a la cabina, no tenía otra alternativa que hacerlo así, ya que tenía que humillarse el solo para que dejara tranquilo al prota. Era el final elegido y no podía acabar de otra manera.

      Seguramente publique el relato entero, en un solo post

      Abrazos

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  2. Hola Asier, la verdad que no me esperaba el final asi con el galleto, esperaba "mas sangre" .pero la verdad que es un increible final. El conjunto del relato muy bueno. Una historia bien pensada y contada. Solo felicitarte por los ratos de intrigantes esperas que nos has echo pasar. Ha merecido la pena y mucho.

    un abrazo colega,
    Franek

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    1. Hola colega. Tenía dos finales, uno con más sangre, pero no era justo para el prota, porque como veréis, no soportaba estar cinco minutos con el, y el relato hubiera durado, por lo menos dos partes más. Me pareció el final elegido, el más justo, porque el galleto se ha ido definiendo por sí solo.
      Me alegro que te haya gustado, ah con final feliz jijii

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